Cuando se abrieron las puertas del módulo cinco de la cárcel de esta ciudad, más de un centenar de reos, todos miembros de Los Aztecas, salieron en estampida hacia el área de alta seguridad, donde cumplieron una ejecución sumaria contra miembros de bandas rivales.

Las primeras investigaciones de la procuraduría de Justicia de Chihuahua revelan que fue tan selectivo el aniquilamiento que llevaban apuntados en un papel los nombres de las víctimas.

No se trató de un motín. Todo lo contrario. Fue una acción de guerra, completamente táctica. A las seis de la mañana, luego de conseguir por la fuerza las llaves de su módulo, Los Aztecas incursionaron por sorpresa en la zona de sus adversarios, quienes estaban dormidos, apenas madrugando.

“A mí me tocó ingresar al área de seguridad donde fueron asesinados 15 internos y vi los cuerpos: estaban molidos a golpes. En esa misma área había otros 18 reos, pero a ellos no les hicieron nada. Cuando se les preguntó por qué, ellos respondieron que Los Aztecas llegaron nada más por algunos y no se metieron con nadie más”, comentó Manuel Castillo Escalante, vocero oficial del gobernador José Reyes Baeza.

“Nunca hubo agresión contra otros custodios. De hecho, cuando acabaron de cumplir su propósito, los internos (agresores) regresaron a sus celdas y entregaron las armas que traían”, explicó. Entre éstas destaca una pistola hechiza calibre .22; lo demás eran cuchillos, puntas y machetes.

Declaraciones e implicados

Hasta la noche de ayer, los 170 reos implicados rendían su declaración preparatoria. Esa es la cantidad de involucrados —directa o indirectamente— en la matanza más numerosa y cruenta que se recuerde en una cárcel de esta ciudad fronteriza.

Entre las víctimas, cuya cifra ascendió ayer a 21 tras confirmarse ayer la muerte de un interno más, hubo un decapitado y cuatro apuñalados. La mayoría acabó cosida a golpes, propinados por la turbamulta pandilleril.

“Se veía mucha saña”, cuenta un funcionario policiaco que estuvo en la escena del crimen. “Demasiada saña”.

Uno de los ejecutados era Jorge Ernesto Aguilar Chavira, un pandillero líder de Los Mexicles, de 27 años. El Dream, como lo apodaban, cumplía un sentancia por robo, aunque se encontraba también bajo proceso por el homicidio de cuatro personas, entre ellas un policía. En dos ocasiones había conseguido escapar de la cárcel municipal de Ciudad Juárez.

Al igual que El Dream, el líder de Los Aztecas y de otras bandas llamadas Doble A y Los Artistas Asesinos han sido trasladados en los meses recientes de la cárcel municipal al Centro de Readaptación Social, uno de los pocos en el país que no enfrenta problemas de hacinamiento, ya que cuenta con una población de 730 internos y tiene espacio para mil más.

De acuerdo con el vocero Manuel Escalante, el gobernador Baeza solicitó de manera oficial a las autoridades federales que se traslade a otros penales a los líderes de las pandillas que operan en esta cárcel para evitar que ocurran nuevas matanzas.

El representante del gobierno estatal, Víctor Valencia de los Santos, informó que ya comenzaron las investigaciones judiciales para esclarecer la masacre, para lo cual un grupo especial de 20 agentes del Ministerio Público fue concentrado en el penal.

El funcionario sostuvo que hasta al momento han sido identificados cinco sujetos como autores intelectuales. Se trata de personas “que ya cuentan con experiencia en enfrentamientos”, dijo.

La vocera de la procuraduría estatal, Daniela González Lara, confirmó que hasta el momento se han realizado poco más de 170 entrevistas ministeriales, incluidas algunas a elementos de seguridad.

“Las investigaciones continúan para deslindar responsabilidades y determinar quiénes fueron los autores intelectuales.”

Control militar

Efectivos del Ejército mexicano controlan desde ayer los dos principales penales de Ciudad Juárez, después de los incidentes de este miércoles, en los que murieron 21 presos.

Los soldados ocuparon las instalaciones del Centro de Readaptación Social estatal, donde ocurrió la matanza, además del penal municipal, considerado por el gobierno federal el más violento del país.

La medida coincide con el viaje del alcalde de esta localidad fronteriza, José Reyes Ferriz, a la Ciudad de México, para definir con las autoridades federales la incorporación de personal castrense a varios mandos policiacos que han quedado acéfalos a causa de la ola de violencia.