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19/10/2011 | De la protesta a la acción

Sergio Muñoz Bata

Lo imprescindible es que pasen de la denuncia moral a formas de protesta más efectivas

 

Este sábado, miles de personas tomaron la calle en 900 ciudades, en 100 países, para protestar contra la avaricia de las corporaciones, el servilismo de los políticos y un sistema financiero global diseñado para proteger al 1% más rico del planeta.

Así, el minúsculo movimiento de protesta que empezara un modesto grupo de ciudadanos indignados en la Plaza del Sol en Madrid el 15 de mayo, hoy se ve y se siente por todo el mundo. En Estados Unidos, la protesta que inició como una ocupación simbólica de Wall Street, ya está por todo el país.

Como era de esperarse, la primera reacción del establecimiento político y mediático ante los protestantes fue ignorarlos. “A la cadena de radio pública nacional NPR”, comentó Paul Krugman en el New York Times, “ le tomó nueve días hacer una primera cobertura del suceso”. Después vinieron las censuras por su falta de propuestas y luego vinieron las descalificaciones. Para Eric Cantor, el líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, los manifestantes no son sino “la plebe” encabritada. Con tono profesoral, Herman Cain, uno de los candidatos republicanos a la presidencia, les dijo: “Si ustedes no son ricos o no tienen trabajo, los únicos culpables de su situación son ustedes, no Wall Street”.

En el Washington Post, George F. Will reta a los políticos demócratas a solidarizarse con los indignados convencido de que esto sería su perdición y se mofa del movimiento ciudadano citando algunos de los lemas escritos en sus pancartas y contrastándolos con la “pureza” de las demandas del Tea Party. ¿Será que Will comparte sus dudas sobre la teoría de la evolución? ¿Pensará que la Reserva Federal es en realidad una inmensa y fraudulenta pirámide? ¿Querrá militarizar la frontera sur?

Afortunadamente, los reaccionarios comentarios de Will han tenido su contraparte en los argumentos de Paul Krugman, quien en el New York Times les recuerda a los desmemoriados el origen de la ira de los indignados. Los problemas económicos que hoy aquejan a los jóvenes que no encuentran trabajo y a los no tan jóvenes que lo han perdido, empezaron cuando los banqueros aprovecharon la desregulación de sus actividades para inflar la burbuja del préstamo hipotecario. Se agravaron cuando fueron rescatados con dinero de los contribuyentes y amenazan con perpetuarse si es que logran su objetivo de mantener los recortes a sus impuestos y desmantelar las débiles regulaciones impuestas después del colapso.

La justicia de la causa de los indignados no está en duda; lo imprescindible, sin embargo, es que pasen de la denuncia moral a formas de protesta más efectivas. Por ejemplo, como las empleadas en Gran Bretaña por grupos que, escépticos de la efectividad de las marchas, han adoptado estrategias de lucha más creativas y mejor enfocadas.

En este sentido, por ejemplo, el grupo UK Uncut ha realizado sus protestas frente a la compañía Vodafone, acusándola ante la opinión pública de evadir más de nueve mil millones de dólares en impuestos y recordándole a la gente que esa misma cantidad es la que el gobierno británico se ha propuesto recortar del presupuesto de bienestar social a personas necesitadas. Así mismo, cuando en febrero de este año el presidente del Banco Barclays se jactó de que su banco apenas si pagó el 1% de impuestos sobre la ganancia de 20 mil millones de dólares en 2009, las protestas a domicilio de los activistas de UK Uncut paralizaron las actividades de ese banco por todo el país.

En Estados Unidos, los privilegios del 1% más rico no son muy diferentes a los que predominan en Gran Bretaña. Considere, por ejemplo, que en 1980 el ingreso promedio del 1% de la población era 30 veces mayor que el del 20% con los ingresos más bajos, y que para 2006, el ingreso del 1% era 100 veces mayor al del 20% de la gente que menos ingresos tiene en el país.

Así las cosas, ¿no sería este el mejor momento para manifestarse en los domicilios de ese 1%, y de los políticos que abogan porque se les rebajen todavía más los impuestos a los millonarios? Yo pienso que sí, que ya es hora de incomodarles y avergonzarles en público.

Miami Herald (Estados Unidos)

 



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