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05/09/2012 | Elecciones EEUU - Aberraciones electorales

Sergio Muñoz Bata

A través de los años y en todos los rincones del mundo, la mentira ha sido parte medular en el DNA del discurso político. A los políticos les gusta engrandecer sus logros y maquillar los datos que aducen para soportar sus embustes casi tanto como ocultar sus desaciertos.

 

Y esta predisposición natural al engaño llega a su apogeo cuando empiezan las campañas electorales y los políticos, asistidos por estrategas y publicistas, hacen de la mentira el motor de su propaganda. En campaña, el candidato recita letanías de promesas que nunca cumplirá; en los medios, los publicistas producen anuncios que deliberadamente falsean las acciones de sus oponentes y en los foros populares, los estrategas escriben discursos que tergiversan la realidad.


Todo esto viene al caso porque según los análisis de varios equipos de investigadores afiliados a universidades, institutos y medios de comunicación nacional, la actual campaña presidencial en Estados Unidos ha sido la más sucia de la historia electoral del país y en la que más mentiras se han dicho.


Según Brooks Jackson, el director de FactCheck.org, un proyecto de la Universidad de Pennsylvania, en esta campaña presidencial los dos partidos han emitido declaraciones que no se sustentan en los hechos. Y algo semejante han dicho otras organizaciones no partidistas como PolityFact.com, y algunos medios de comunicación como el New York Times, la cadena de televisión CBS y algunas revistas.
Por ejemplo, Mark Halperin ha escrito en Time que si bien es cierto que ambos partidos han ensuciado el proceso con sus mentiras, hasta el momento la campaña de los republicanos ha sido la más desaseada.


Lamentablemente los candidatos van de ciudad en ciudad falseando el historial de sus oponentes y nada, ni la confrontación con los verificadores de datos ni los cuestionamientos de periodistas serios y profesionales como Scott Pelley, de CBS, han hecho que Romney y Ryan se apeguen a la verdad.


Quizá el ejemplo más dramático que he visto en esta temporada electoral sucedió durante la Convención Republicana en una entrevista en la que Pelley cuestionó a Ryan sobre la veracidad de una parte de su discurso en el que este acusaba a Obama de haber ocasionado que la agencia Standard & Poor’s rebajara la calificación crediticia del país. Agresivo y prepotente, Ryan interrumpió al presentador a media pregunta y le reafirmó la veracidad de sus temerarias afirmaciones. Tranquilo pero firme, Pelley le leyó un párrafo del reporte en el que la agencia decía, textualmente, “la renuencia de los republicanos en el Congreso a aceptar cualquier medida para aumentar ingresos fue lo que motivó la degradación”. La insolente respuesta de Ryan fue: “Eso no es correcto y no necesito que me leas nada. Yo lo veo de otro modo”.


Y esta no fue, desafortunadamente, la única mentira que Ryan dijo la noche de aceptación a su nominación como candidato a la vicepresidencia. En otra parte de su discurso, Ryan sugirió que el cierre de una planta de General Motors en su pueblo en Wisconsin se debió a que el presidente Obama faltó a su promesa de renovarla cuando en realidad, esa planta cerró sus puertas antes de que Obama asumiera la presidencia, y según el vocero de General Motors, la cerraron porque declinaron las ventas del automóvil que ahí se ensamblaba.


Como este, los verificadores de datos han encontrado que Romney y Ryan mienten cuando hablan de Medicare, de sus políticas sobre el sistema fiscal, de la deuda nacional, de cómo van a balancear el presupuesto sin aumentar impuestos y cuando critican la ley de estímulo de 2009. Una ley que el congresista Ryan aprovechó para su estado, luego negó haber recibido los fondos, luego reconoció que sí los solicitó y los recibió, aunque provinieran del gobierno federal que según él es la fuente de todos los males del país.

 
Así las cosas, yo creo que lo que habría que preguntarse es ¿cómo es posible que en un país que se precia de su cultura política y de los valores democráticos de sus procesos electorales no se sancionen las mentiras y las distorsiones de los políticos en campaña?

El Nuevo Herald (Estados Unidos)

 


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