De sus logros en los últimos cuatro años habría que mencionar por lo menos tres muy importantes a pesar del obstinado obstruccionismo republicano en el Congreso. La aprobación del programa de estímulo económico que evitó que la crisis heredada de la administración anterior tuviera consecuencias desastrosas para el país y para el mundo entero. La aprobación de la reforma sanitaria que beneficiará a millones de personas que hasta ahora tenían que arreglárselas sin un seguro de salud. Y la eliminación física de Osama bin Laden, el hombre responsable de planear y ordenar la ejecución del peor ataque armado contra Estados Unidos, el 11 de septiembre de 2001.

En 2013, la agenda de Obama gira en torno a cuatro temas que requieren de la aprobación del Congreso. La formulación de propuestas para impulsar el crecimiento económico del país y reducir la tasa de desempleo. Una reforma integral del sistema migratorio nacional que incluya un reforzamiento de los controles en todos los puertos de entrada pero también un plan racional, compasivo y eficiente para legalizar la residencia de la mayoría de los 11 millones de personas que actualmente viven en el país sin los debidos documentos migratorios. Luego viene el tema más ríspido, convencer a un Congreso intimidado por la fuerza política y económica de la nefasta National Rifle Association, de la necesidad de reforzar y aplicar nuevos controles a la venta de armas de fuego. Por último, Obama buscará avanzar en la ruta hacia la independencia energética del país que sea sustentable en el marco de una política ecológicamente responsable.

Para lograr estos objetivos, Obama y sus asesores han elaborado una estrategia que recoge la experiencia de los últimos cuatro años pero que no está exenta de riesgos. Obama ha concluido que es inútil intentar dialogar con el sector de derecha radical dentro del Partido Republicano y que solo apelando a la ciudadanía para que presione a los sectores moderados dentro del Partido Republicano habrá alguna posibilidad de obtener la aprobación de cualquiera de los proyectos de ley que envíe al Congreso. Para este fin, su equipo de trabajo ha empezado ya a reactivar las redes de votantes que llevaron a Obama a la presidencia para que inviten a la ciudadanía en general a que escriban, manifiesten su opinión y presionen a los republicanos moderados para que se aprueben dichos proyectos. Todas las encuestas muestran que la mayoría de la gente quiere que se reactive el desarrollo económico, se implemente una reforma migratoria integral, se adopten controles razonables a la venta de armas y se avance con la reforma energética.

El cálculo de los asesores de Obama en el sentido de que no se puede dialogar con los seguidores del Tea Party en el Congreso no es gratuito. En 2009, cuando Obama asumió la presidencia, los demócratas ganaron también mayoría en el Congreso y fue gracias a esto que el Presidente logró la aprobación de su plan de estímulo económico en la Cámara de Representantes a pesar de que ningún representante republicano votó en su favor. En el Senado, solo tres senadores republicanos se sumaron al proyecto, las senadoras Olympia Snowe y Susan Collins, y el senador Arlen Specter. Algo semejante sucedió cuando Obama presentó su proyecto de ley para la reforma de salud, que no contó con el apoyo de un solo republicano en ninguna de las dos Cámaras del Congreso.

Hasta ahora, todo indica que es en el tema de la reforma migratoria donde podría darse un diálogo constructivo con el sector de la oposición que está preocupado por los resultados de la última elección presidencial. El futuro del resto de las propuestas de reforma de Obama dependerá del alcance de sus postulados. Desafortunadamente, como recién dijo el gobernador de California, Jerry Brown, “la historia política está llena de líderes cuyas propuestas fueron tan atrevidas que inspiraron un levantamiento que terminó empoderando a sus opositores para revertir el curso”.