Para analizar el futuro de México, Centro y Sudamérica propongo que dejemos de pensar que se puede hablar con sentido de la unidad latinoamericana. Si desde su origen el término "Latinoamérica" era un barbarismo, hoy que la región se encuentra más dividida que nunca en bandos políticos irreconciliables es imprescindible que recuperemos la individualidad de los países para hablar de ellos y para saber cuáles, cuándo y cómo pueden ser agrupados. En este sentido, no es ninguna sorpresa que la Organización de Estados Americanos siga su camino hacia la irrelevancia hasta que finalmente se extinga por inútil.

�@Por otro lado, si bien es cierto que la muerte de Hugo Chávez ha ayudado mucho a despejar los aspectos más ríspidos del enfrentamiento entre un bloque de países y el resto, las diferencias entre la Venezuela de Nicolás Maduro, la Bolivia de Evo Morales, el Ecuador de Rafael Correa, la Argentina de Cristina Fernández, el Uruguay de José Mujica, la Cuba de los hermanos Castro, y el resto del continente son abismales y lo seguirán siendo mientras sigan en el poder estos gobernantes.

En lo referente a la posible descongelación de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, yo, contrario a la corriente de moda entre ciertos "latinoamericanistas" norteamericanos, no veo posible ningún cambio. En este mismo sentido, tampoco creo factible que Estados Unidos se apresurará a nombrar nuevos embajadores ni en Venezuela ni en Bolivia.

El futuro de México, después de la serie de reformas que han sido aprobadas, podría ser prometedor si es que el país logra fortalecer sus instituciones, inclinar la balanza a favor de Estado en la lucha contra el narcotráfico y sostener su crecimiento económico en niveles altos. Es de esperarse que México podría experimentar un crecimiento económico razonable, aunque menor al de Panamá, Perú, Paraguay y Bolivia, sí quizá igual al de Colombia y Chile, y mayor al de Brasil.

El futuro de Estados Unidos, en términos de política exterior, también luce impredecible porque tanto el Departamento de Estado como la Casa Blanca pasan la mayor parte de su tiempo tratando de resolver las crisis que surgen de pronto aunque por lo general en la misma región.

�@El año próximo, al igual que el año pasado y los anteriores, la inmensa mayoría de las crisis que tendrá que enfrentar Estados Unidos sucederán en el llamado Oriente Medio u Oriente Próximo. En Egipto donde continuará la persecución a los miembros de la "Hermandad Musulmana" y la consolidación del régimen militar entre bombazos y manifestaciones de protesta; en Siria donde seguirá la masacre de la población civil a manos del dictador y de los grupos extremistas; en Líbano, a donde se extenderá la guerra civil siria; en Yemen, Libia y Túnez, donde seguirá la anarquía, y en el conflicto entre Israel y Palestina.

También seguirán, con mayor furia quizá, los atentados terroristas y el desgobierno en Irak y Afganistán. El único posible faro de luz en la región está en Irán, donde si las fuerzas más conservadoras en Irán, Israel y EEUU no descarrilan el proceso de negociación de la energía/armas nucleares, podríamos ver una solución diplomática al largo conflicto entre Irán y EEUU. En Asia también es causa de preocupación que las tensiones entre Japón y China, y entre China y casi todos sus vecinos, Corea, Vietnam y Filipinas vayan en aumento.

En otro orden de cosas, quiero mencionar algunos asuntos que preocupan a la opinión pública mundial: el uso excesivo de los drones, el desempleo de los jóvenes, el espionaje a ciudadanos, la inacción sobre el cambio climático, el desencanto de la ciudadanía con su clase política y la incertidumbre sobre la veracidad de las informaciones en los medios sociales que son cada día más populares.

Predecir el futuro no es fácil. Esto lo sabía bien Arturo de Córdova, quien en la película En la palma de tu mano es un astrólogo que se gana la vida leyendo el porvenir de sus clientes en una bola de cristal pero no compra un billete de lotería porque sabe que es incapaz de predecir el futuro.