La Casa Blanca vuelve a usar un rápido asalto nocturno en helicóptero para ejecutar a Abu Ibrahim, nuevo lÃder del Estado Islámico, igual que ya hizo con Bin Laden y Al Bagdadi.
Washington ha vuelto a descabezar a otro de sus más
feroces enemigos con una estrategia que ya le ha dado sus frutos en otras dos
ocasiones. Abu Ibrahim Hashimi Quraishi, el líder de Estado Islámico,
responsable entre otras atrocidades del genocidio yazidí en Irak, fue eliminado
el miércoles de la misma forma en la que EEUU ejecutó a Osama bin Laden y a Abu
Bakr al Bagdadi, con tropas en el terreno en misión nocturna con el formato
"tocar y volver", apoyo de helicópteros y al asalto armado del edificio.
Ninguno de ellos vivía oculto en cuevas o búnkeres, sino en edificios civiles
con comodidades en medio de zonas pobladas.
En los tres casos, la información recabada por la
inteligencia de EEUU a partir de delatores arrepentidos, a veces usando la
tortura, pusieron en el mapa a estos terroristas. En todos los casos se han
utilizado tropas de élite. El líder de Al Qaeda cayó abatido por disparos de
varios team six de los Navy Seal, los más especializados en ese tipo de
operaciones en la marina de los EEUU. En el caso de Al Bagdadi, los que
intervinieron fueron Fuerza Delta, pertenecientes al Ejército y curtidos en
misiones antiterroristas en Irak. En la ejecución de Abu Ibrahim Hashimi
Quraishi intervinieron soldados de las Fuerzas Especiales.
De las tres misiones, la más exitosa fue la primera,
contra Osama bin Laden en Pakistán, que no dejó víctimas civiles. La segunda,
contra Bagdadi, dejó tres niños muertos que el anterior líder del Estado
Islámico se llevó consigo al interior de unos túneles excavados bajo su casa de
Barisha, donde acabó detonando su chaleco bomba tras devolver fuego y tratar de
escapar.
La misma suerte corrieron este miércoles 13 personas,
incluyendo seis niños y cuatro mujeres cuando Abu Ibrahim al-Hashemi
al-Quraishi no sólo pulsó el botón para que explotara su chaleco suicida, sino
que voló su casa de Atmeh al completo, a tan sólo 15 kilómetros de la última
guarida de Al Bagdadi, en una región fronteriza de Siria con Turquía que hoy es
un santuario de criminales huidos del IS. Desde fuera, los soldados de EEUU
habían instado, con megáfonos y en árabe, a que salieran todos los civiles
antes de intervenir, pero Abu Ibrahim y dos de sus escoltas dispararon a los
helicópteros y a los estadounidenses que ya sitiaban su casa con más de 50
hombres sobre el terreno.
Desde el raid de Abbottabad, filmado con precisión por
Catherine Bigelow en Zero Dark Thirty, el uso de helicópteros para ingresar en
áreas hostiles a vuelo rasante se ha extendido mientras que el uso de drones ha
quedado relegado a otras misiones. El último error de los equipos que manejaban
los aviones no tripulados en Kabul, que mataron por equivocación a un
trabajador de una ONG y su familia creyéndolo un líder del Estado Islámico de
Jorasán, ha eliminado de momento este método en favor de los asaltos armados,
que permiten identificar a los terroristas en el campo de batalla y no a 3.000
metros de altura.
En el caso de la violación del espacio aéreo de Pakistán
para matar a Bin Laden se hizo a bordo de helicópteros Blackhawk modificados
con planchas laterales para hacerlos invisibles a los radares. En el caso de
Siria, EEUU no necesita tantas precauciones porque tiene acceso directo desde
Turquía, un aliado de la OTAN. En la misión para eliminar a Al Bagdadi
participaron al menos ocho aeronaves, entre ellas helicópteros bimotor CH-47 de
transporte de carga pesada con un buen número de soldados.
En la operación del miércoles, también participaron
varios Apache, de ataque a tierra tras informar al gobierno de Erdogan, de
Bashar Asad y hasta a Rusia, sin dar detalles, de que sus aeronaves iban a
volar sobre ese punto del mapa. Uno de ellos sufrió un problema técnico y fue
destruido en tierra por un dron para no dejar restos al enemigo. lo que recordó
una acción similar, con uno de los Blackhawk usados en Pakistán y reventado por
los propios Navy Seals de EEUU.
Cada uno de los cabecillas yihadistas eliminados ha
tenido a un presidente diferente en la Casa Blanca -Obama, Trump y Biden- para
apuntarse el tanto tras vivirlo, "como si fuera una película", en
palabras del propio Trump. El mensaje que se lanza con este ataque es claro: no
hay donde esconderse. Los cuerpos de Bin Laden y Al Bagdadi fueron arrojados al
mar tras confirmar su identidad, mientras que la Casa Blanca no ha comunicado
qué ha hecho con el cadáver de Abu Ibrahim, pero testigos citados por The New
York Times aseguraron que la casa quedó llena de restos humanos desparramados
por la explosión.