Ahora se asegura que Susanne Osthoff, especializada en las culturas del Tigris, habría cooperado en Irak con los servicios de información alemanes (BND), cobrando pequeñas cantidades hasta un total de 3.000 euros, según revelan fuentes de inteligencia a Die Welt.

Su imagen es cada vez más controvertida, y los alemanes le reprochan temeridad por seguir en Irak y no querer regresar a Alemania. Se sabe que tiene 43 años y que hace 15 que está en Irak, que se convirtió al Islam. Está divorciada de un iraquí, carece de domicilio, hace siete años que no se trata con su familia alemana, y su hija de 13 años está tutelada por amigos en un internado bávaro.

La colaboración con el BND es la último de una retahíla de rarezas de Osthoff, quien irritó al Gobierno de Merkel al declarar que se pagó por su rescate o asegurar luego que los secuestradores eran de Al-Zarqaui; y a los telespectadores tras su aparición en televisión con velo islámico, rechazando descubrirse y respondiendo entre torpe y abruptamente. Osthoff coopera ahora en la restauración de un serrallo en Mosul y, con los beduinos de la tribu de su ex marido, protegió lugares históricos del saqueo.

El Frankfurter Allgemeine ha sugerido contactos entre la arqueóloga, que coopera en la distribución de ayuda, y el régimen de Sadam, y ha circulado incluso que pudo tener alguna parte en su propio secuestro; los testimonios de su chófer, aún en paradero desconocido, han sido contradictorios. «Hay mucho por responder», concluye el FAZ: tanto sobre sus ingresos o contactos, como sobre la misión que desempeñó. Y la Prensa se pregunta por su posible estado mental. Die Welt revela la cifra del rescate: 4,1 millones de euros ha pagado el BND, pese a las reiteradas negativas del Gobierno a tratar con terroristas.