La angustia de los vecinos se debe a que sus economías en crecimiento necesitan siempre más energía. Confiaban en comprar el gas de Bolivia, un país con un consumo de energía bajísimo, propio de las economías estancadas.

El consumo brasileño de gas natural pasó de 30 millones de metros cúbicos diarios el año pasado a 45 millones ahora, con la perspectiva, estimada por la Agencia Nacional del Petróleo (ANP), de que llegue a 99 millones el año 2010. Por eso es que Brasil quiere comprar todo el gas natural boliviano que sea posible enviar, ya sea por el actual gasoducto, ampliado, o por uno nuevo.

Es tan rápido el crecimiento de la demanda de energía en Brasil que su gobierno está impulsando, al mismo tiempo que quiere comprar más gas boliviano, proyectos para importar GNL y también para instalar plantas termonucleares. Una planta de enriquecimiento de uranio ha sido diseñada para que funcione en Resende, para abastecer a la usina nuclear de Angra. Por supuesto que este último proyecto es mirado con recelo por EEUU, gendarme mundial en materia nuclear.

En este clima, la decisión del Gobierno boliviano de duplicar el precio del gas para los nuevos contratos hace crecer las angustias en Brasilia. El debate se ha hecho técnico, pero también político. El referente que seguramente toma el ministro para el precio es el que pagan los países europeos por el gas que reciben de Rusia, de 6 dólares por millón de BTU. O el precio que tiene el gas natural licuado que llega a Estados Unidos de ultramar, ahora en 7,09 dólares. Petrobras argumenta que el precio en el cono sur de Sudamérica es otro, aludiendo al criterio de que el precio del gas es dado por el combustible que irá a reemplazar. Pero incluso los expertos dicen que el gas se está convirtiendo cada vez más en un commodity, lo que respalda la posición boliviana.

Otro vecino que se está mordiendo las uñas por temas de energía es Chile, el de mayor crecimiento económico de la región. Ya sabe el gobierno de Santiago que de gas natural no puede hablar en serio con Argentina. Este año no habrá crisis si es que llueve, pero en los dos siguientes años necesitará Chile generar 5.000 MW adicionales de energía eléctrica. Las opciones no son muchas. Las hidroeléctricas enfrentan los problemas creados por los defensores del medio ambiente. Las termoeléctricas que funcionen a carbón son mal vistas. Y la señora Michele Bachelet ha descartado toda posibilidad de que su gobierno impulse la energía nuclear. El proyecto de GNL estará listo en 2009. El precio: entre 8 y 12 dólares. Por orgullo, los chilenos no quieren hablar del gas boliviano, aunque ya han comenzado a mencionarlo.

Argentina mira las cosas con menos angustia, aunque las autoridades de Buenos Aires saben que en 10 años, con el actual ritmo de crecimiento, la demanda de hidrocarburos no podrá ser atendida. Y todos miran a Bolivia.

*Humberto Vacaflor G. es periodista.