El Brasil que Gabrielli había dejado unas pocas horas antes era muy distinto del que encontró a su regreso. Había partido de un Brasil afligido por la escasez energética y volvió a un Brasil eufórico con la noticia del descubrimiento del campo Tupí, en la bahía de Santos. Del mismo modo, había llegado a una Bolivia segura de tener la segunda reserva de gas natural de Sudamérica, pero cuando partió de regreso a su país, la reserva de Bolivia había pasado a ser la tercera.

El descubrimiento del campo Tupí hizo que las acciones de Petrobras en la bolsa de Nueva York subieran 13 por ciento. E hizo que el gobierno del presidente Luiz Inácio “Lula” da Silva decidiera portarse como Evo Morales y Rafael Correa con las empresas petroleras, pues a las socias del campo descubierto les hizo saber que deberán pagar muchos más impuestos.

Gabrielli había tenido dificultades de coordinación de sus decisiones antes de venir a La Paz. Enterado seguramente de que el presidente Morales estaba muy urgido de asegurar mayores ingresos por las exportaciones de gas, Gabrielli había dicho que Petrobras volvería a invertir en Bolivia con el impulso de antes sólo si le garantizaban un buen nivel de utilidades.

Pero a los pocos días de que había pronunciado esas palabras, Petrobras tuvo que reducir en 17 por ciento el volumen de suministro de gas a las industrias de Sao Paulo y Río de Janeiro. De esa manera había quedado al descubierto el déficit de gas natural que tiene Brasil.

Y entonces fue que, a pedido de Lula, tuvo que programar su viaje a La Paz para, como diría un paceño, “soplicarse”, y muy humildemente pedir permiso para volver a invertir. El presidente Morales, muy perspicaz, lo recibió con un frío “si quieren invertir, bienvenidos, pero tienen que cumplir las normas bolivianas”. Es decir que, de un solo plumazo, había quedado descartada cualquier posibilidad de que las utilidades de Petrobras puedan aumentar a costa de una reducción de impuestos.

Pero el dios que mueve al jugador antes de que éste mueva la pieza, como dice Borges, siguió la partida y puso una especie de alfil del lado brasileño que afecta y debilita la defensa boliviana. Un comentario publicado por La Nación de Buenos Aires por el experto Daniel Montamat, dice que fueron los golpes que Brasil recibió de Bolivia los que alentaron a Petrobras a esforzarse en busca de nuevos yacimientos. Y que ahora la relación de los dos países es muy diferente. Lula ya no tendrá que negociar “con un cuchillo en la garganta”, como se lo había dicho a Morales a mediados de año. Y quizá Lula incluso haya cambiado a último momento el tono de su conversación con nuestro Presidente en Santiago. Y quizá ni siquiera venga de visita el 12 de diciembre, como se había anunciado con cierta angustia en Brasilia cuando no había noticias del campo Tupí.