Quizá por haber tenido un paso rápido aunque escabroso por el negocio del petróleo, el presidente Bush se ha propuesto lanzar el más ambicioso plan destinado a liberar a su país de la adicción al consumo de derivados de hidrocarburos. En 13 años los norteamericanos tendrían que reducir en 20 por ciento la incidencia del petróleo en su matriz energética, si se cumple la propuesta.

Y en el mundo entero hay, por supuesto, la tendencia a seguir los pasos de Estados Unidos también en este rubro. El precio del maíz se ha duplicado en los últimos meses, precisamente debido a la moda del etanol, mientras las plantaciones de caña de azúcar son miradas con otro tipo de interés en todas partes. Cuba podría ser una potencia en el campo de la producción de alcohol combustible, aunque de todos modos su gobierno está permitiendo una intensa exploración petrolera, tanto que en este momento hay 30 equipos de exploración operando en la isla y su plataforma submarina.

Los biocombustibles o la agroenergía, como se le llame, tienen muchas ventajas, aunque sus costos estén todavía altos. Una de las mayores ventajas es que genera empleo o, como dicen los economistas, es intensiva en mano de obra. Al contrario de lo que ocurre con la industria petrolera. Interesante y muy oportuno punto a favor de la agroenergía ahora que la falta de empleo es un mal endémico del sistema económico.

Todo eso está pasando en el mundo, y mucho más, mientras en Bolivia seguimos debatiendo sobre lo que vamos a hacer con nuestras reservas de gas. El verdadero volumen de esas reservas ha pasado de la duda a la desconfianza. Ahora, en Brasil piden que antes de firmar ningún compromiso con Bolivia para futuras compras de gas se pida una certificación de las reservas. Lo que saben en el exterior es que, por el momento, la producción de gas es insuficiente para cubrir los volúmenes comprometidos a la Argentina y Brasil en este año. El déficit es de dos millones de metros cúbicos diarios y el próximo año, si las cosas no mejoran llegará a ocho millones, según estima el experto brasileño Adriano Pires. Se necesitaría una inversión inmediata de por lo menos 800 millones de dólares para cubrir lo antes posible el déficit.

El gas natural es un tranvía que se está pasando para los bolivianos, aunque quizá no tan pronto como quisieran los países lanzados a los proyectos de energía alternativa. Pero está pasando. Habría que manejarlo con mucha responsabilidad. Más responsabilidad de la que está mostrando el gobierno del presidente Evo Morales. Es cierto, algunos presidentes anteriores pusieron a sus hermanos o a sus cuñados en el cargo de presidente de YPFB, pero si la idea es cambiar las cosas en el país, habría que aplicarla sobre todo en las cosas más importantes. Recuperar YPFB para los bolivianos es una bandera que levantamos muchos bolivianos, incluso cuando algunos de los actuales héroes estaban callados o eran empleados de los capitalizadores.