El anuncio de su candidatura tuvo un tono que a los bolivianos nos tendría que estremecer. Dijo textualmente: ´Esto no puede seguir así. No puede seguir la angustia, la división y el miedo. No se puede vivir en conflicto permanente. No se puede progresar y echar p’alante al país si se discrimina a una parte del pueblo con el odio´.

Con la advertencia de que cualquier parecido con nuestra realidad es pura coincidencia, hay que decir que se trata de un mensaje muy claro. Las palabras han sido medidas con precisión. Han sido calculadas para que puedan caber en el título de un diario. Así hacen los políticos modernos.

Estas palabras, con diferencia de algunos matices, podían haber sido pronunciadas por el propio Chávez cuando estaba bregando por incluir a las mayorías de su país, marginadas por el sistema corrupto de los partidos que gobernaron Venezuela durante tanto tiempo. Son las palabras de todos los que protestan contra una marginación, una discriminación, una injusticia.

Chávez logró su propósito, por lo menos el de llegar al poder. No ha podido resolver el problema de pobreza y marginación de su pueblo. Y parece que se ha conformado con marginar a los marginadores del pasado. Lamentablemente, en el balance, Venezuela sigue siendo un país de marginados.

Parece que la fórmula bíblica de ojo por ojo, diente por diente, no sirve en la política, sobre todo si es que el propósito es hacer un país. Chávez ha marginado a todo un sector de la sociedad venezolana, en tal grado y de tal manera que ahora es un ex guerrillero el que se levanta en su contra con las palabras precisas contra la marginación.

Uno de los errores más comunes de quienes practican la política es creer que cuando ellos han llegado al poder es el fin de la historia. Todo lo anterior fue la preparación para este momento de culminación, para este grand finale. Y que a partir de ese momento nada cambiará. La prehistoria y la historia se habrán justificado con este resultado, con este sumun, que es lo que todos estaban buscando y esperando.

Todos ellos, al cabo de ocho años o de ocho semanas, según la velocidad de reacción de sus pueblos, se percatan de que algo falla. Y hay algunos que no quieren seguir el libreto. Es que la gente, después de haber votado, todavía piensa.

Ese quizá es el defecto de la democracia. Proponer a la gente que vote, usando el raciocinio, pero que después clausure su capacidad de crítica por un cierto tiempo, el que establezca el periodo de duración del gobernante elegido. Y eso no es posible.

En el caso venezolano, si un ex guerrillero, lleno de honor, dice que no está bien gobernar con el método del conflicto permanente, quiere decir que las cosas se están poniendo muy mal. No se puede, en suma, sacar adelante un país marginando a una parte del pueblo, ya sea con criterios de raza o de regiones.

Discriminar a los discriminadores equivale a comerse a los caníbales. ¿Qué va entre antropofagia y antropofagia?

Humberto Vacaflor G.  es periodista.