Ha pasado un año de gobierno y parece que hubiera terminado una especie de tregua. Ahora viene el baile.

Acusar a Estados Unidos de haber enviado un terrorista a Bolivia, como lo hizo el Presidente más de una vez pero sobre todo en su informe de un año de gestión, quizá fue la gota que sobraba. Y, como si fuera un castigo divino, comenzó a llover desde ese momento sobre el Gobierno boliviano una tormenta de meteoritos que salen de cualquier lugar, como del gobierno de Alan García en el Perú, de un funcionario español o un experto inglés. La tormenta no ha pasado. Ésos fueron los primeros disparos. Los próximos van a caer mucho más cerca.

Aquí se podría decir también ´esta película ya la he visto´.

El gobierno del presidente Evo Morales sigue, a todo esto, cometiendo errores. No es capaz de completar ninguna de las decisiones que ha tomado en este año. La semana pasada se frustró la protocolización de los contratos petroleros, de la ´nacionalización´, y siguió en la nebulosa el avance de la Asamblea Constituyente. En ambos casos, la culpa es del Gobierno. De sus improvisaciones, sus contradicciones, sus marchas y contramarchas.

El periodismo normalmente se solaza señalando los errores y contradicciones de los gobiernos. Pero esto ya es mucho. Señalar las contradicciones del actual Gobierno se ha convertido en un ejercicio extenuante.

La última perla fue que el Presidente ofrece una solución para el entredicho de la Asamblea Constituyente, pero al día siguiente el Vicepresidente lo desautoriza y a los dos días los constituyentes del MAS producen una propuesta que no tiene nada que ver con lo que había ofrecido el Presidente ni con las correcciones hechas por el Vicepresidente. Resultado: el Asamblea sigue frenada. Y es la joya del programa político del Gobierno.

Los habitantes de Camiri le preguntan al Gobierno, al estilo camireño, ¿y la nacionalización en serio, para cuándo? Ellos saben que cuando se nacionaliza algo, se confisca alguna empresa. Elemental. Y no han visto nada de eso.

El tema minero es directamente un carnaval de errores y contradicciones. Dos veces se ha anunciado la ´nacionalización´ de la minería, que iba a consistir en operar la mina Huanuni. Se ha dicho que será necesario contratar a 5.000 obreros. Pero Huanuni sigue siendo una bomba de tiempo que está a punto de volver a estallar. Extrañamente, el Ministro de Minería entregó un proyecto de reforma tributaria el día en que debía entregarlo. Pero a los dos días el Presidente anunció que el proyecto quedaba congelado mientras se hagan las consultas con los cooperativistas.

Hasta sus mejores iniciativas están frenadas por la inoperancia de los gobernantes. El MAS no está pudiendo gobernar el país. La tarea le ha quedado muy grande.