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11/07/2016 | 'Brexit': el tercer referéndum que gana Vladimir Putin

Xavier Colás

En tres años se ha anexionado Crimea, ha visto a Holanda bloquear el sueño europeo de Ucrania y ahora tendrá a su adversario británico fuera de la UE.

 

Las capitales europeas se están recuperando del shock. Washington trata de disimular su preocupación. Y muchos británicos lamentan ahora haber dado su'no' a Europa. Pero pocos pueden entender mejor el alcance de esta vía de agua europea que un líder que al mismo tiempo tiene mucho que celebrar ahora: el presidente ruso, Vladimir Putin. Es conocida su definición del colapso de la Unión Soviética como "el mayor desastre geopolítico del siglo XX". Igual que en el caso del Reino Unido, la desintegración de la URSS también empezó con la democrática 'fuga' de territorios al noroeste de la capital de la unión: Lituania, Estonia y Letonia. Pera esta vez la desunión juega en favor de Moscú.

Cuando la semana pasada el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, rechinó los dientes en el Europarlamento ante la molesta presencia de Nigel Farage (UKIP), en la escena se palpaba una frustración similar a la de Mijail Gorbachov en aquel difícil 1991, cuando un Boris Yeltsin en alza se encaraba con él delante de los diputados.

Aunque sea demasiado pronto para certificar la muerte de la UE, para Rusia el 'Brexit' supone un debilitamiento del vecino occidental. En una UE sin el Reino Unido será más fácil negociar el fin de las sanciones: Londres era el principal apoyo de los llamados 'rusófobos' (Polonia y los bálticos). Tanto Alemania como Francia, las dos 'locomotoras' que quedan, son más proclives a un compromiso con Moscú para reconstruir la relación a medio plazo.

Vladimir Putin ha ganado su tercer referéndum en tres años, y los tres han sido fuera de su país. El primero le devolvió en 2014 la península ucraniana de Crimea, y con ella una dosis de autoestima al pueblo ruso que ha servido para suavizar los dolores de la recesión de la economía rusa. Putin perturbó así la 'Pax americana', modificando unilateralmente el balance de fuerzas y fronteras posterior a la Guerra Fría. El segundo referéndum cortó la retirada al resto de la nación ucraniana: Holanda rechazó en abril de este año el acuerdo comercial de la UE con Ucrania, dejando los planes europeos de Kiev -que tanta sangre han costado- en el limbo jurídico. Ahora la UE, la institución que sanciona a Rusia y tantas veces ha leído la cartilla a Moscú, pierde a uno de sus socios más beligerantes con el Kremlin y queda sumida en una incertidumbre que recuerda a los primeros compases del derrumbe de la URSS: cuando las repúblicas eligieron la ruptura al convencerse de que la reforma del conjunto era imposible.

La desconfianza de la UE

En Rusia siempre se ha desconfiado de la UE. Amplios sectores de la élite consideran que la unión política de los países europeos es un proyecto de EEUU. O un trasunto de la OTAN, en la medida en la que también alberga proyectos de seguridad común. La salida de los británicos, que han sido el principal enlace europeo con Washington, reduce la influencia de EEUU en la UE y debilita el vínculo atlántico.

Reino Unido es el país con el que mayores diferencias ha tenido Rusia últimamente: Londres ha criticado las actuaciones rusas en Ucrania y en Siria. Desde hace décadas la 'city' ha servido de refugio a notables enemigos del Kremlin como el ex espía Alexander Litvinenko o el oligarca Boris Berezovsky, ambos muertos en suelo británico al cabo de los años en circunstancias que no se han aclarado totalmente, en algunos casos por la negativa de Moscú a colaborar. Aunque Rusia se ha mantenido neutral durante la campaña del 'Brexit', el silencio de Moscú ha sido elocuente al contrastar con la postura de los dos principales aliados de los británicos: Washington y Bruselas han apoyado la permanencia del Reino Unido. Para Moscú, el simple hecho de que Barack Obama haya perdido esta partida en el damero británico es ya motivo de regocijo.

A pesar de todo el Reino Unido seguirá presente en el día a día de Europa a través de la OTAN, que es la principal garantía para los países que (como Lituania, Letonia, Estonia o Suecia) temen una injerencia rusa como la que se llevó a cabo en Ucrania. Pero el Reino Unido es el estado de la UE con mayor gasto militar, y su salida de la familia comunitaria provocará temblores en todos los ámbitos. "Los británicos van a estar inmersos en sus asuntos internos por una temporada, con menos tiempo para una política de garantía y reafirmación de la Alianza Atlántica", explica Gustav Gressel, investigador de EFCR y autor de numerosas publicaciones en materia de seguridad y asuntos estratégicos.

Otros factores que puede debilitar la capacidad defensiva de Europa son los efectos colaterales del 'Brexit': "Aunque el Reino Unido se vaya de la Unión Europea, se queda en la OTAN, lo que pasa es que la salida del Reino Unido de la UE puede hacer que Escocia declare la independencia, lo que supondría una merma en el ejército británico y un problema para la continuidad de su arsenal nuclear", que está ubicado en submarinos cuyas bases están precisamente en Escocia. Los separatistas escoceses ya han advertido de que quieren una nación desnuclearizada antes de que transcurran cuatro años desde la separación. Construir nuevas bases para 160 cabezas nucleares y los cuatro submarinos asignados llevaría una década. Podría ser el final del programa nuclear del Reino Unido, "y quedaría sólo el arsenal francés, que no es muy grande", apunta Gressel.

'Londongrado'

En otro orden de cosas, los rusos se van a beneficiar de una libra a la baja, que ha sido una de las primeras víctimas del 'Brexit'. Hace años que la élite rusa de los negocios tomó Londres (bautizada como 'Londongrado' por la afluencia de capital ruso en busca de un refugio lejos de la inseguridad jurídica del marco legal ruso) se había vuelto demasiado cara para algunos por culpa de la debacle del rublo. El 'Brexit' iguala un poco a ambas orillas, y también cierra la puerta a nuevas reformas del marco legal de la 'City' a favor de una mayor transparencia, un proyecto que no venía bien a algunas fortunas eslavas. "Los ganadores del referéndum apenas tienen algo que se pueda llamar política exterior más allá del oportunismo práctico de convertirse en un polo de atracción del negocio bancario, siempre con poca regulación y con un enfoque más proclive a los negocios que a los planteamientos ideológicos", explicaba hace una semana un analista vinculado al negocio financiero en Rusia.

El anterior embajador de EEUU en Moscú, Michael McFaul, ha calificado a Putin de "ganador" del 'Brexit'. La ruptura británica con la UE "debilita a los 'rusoescépticos' como Polonia, los bálticos o Suecia", añade el analista Dimitri Trenin. Eso no significa que no haya preocupación en Rusia. El analista Andrey Kulikov, que dirige EuropeInsight.net en Moscú, advierte de que dentro del Gobierno y también entre los expertos hay preocupación por una "contracción de la economía en el caso de que el 'Brexit' se haga efectivo".

En el fondo 'Brexit' supone una transferencia de poder a las capitales y una amarga moraleja para los países del viejo bloque socialista que en los noventa dieron la espalda a Moscú para abrazar el proyecto de Bruselas. Es uno de los "sueños que siempre ha albergado Moscú", recuerda el analista ruso Alexander Baunov, que trabajó varios años en el servicio exterior: "Una Europa del siglo XX en la que las naciones negociaban, se apoyaban o se contenían las unas a las otras" según el caso. Lo ideal para Moscú sería un solo mercado único en Europa pero con una política distinta en cada país, de manera que Rusia pueda tener aliados reales, y no sólo socios recelosos mirando de reojo el teléfono por si Washington llama con alguna consigna.

Durante años Rusia ha asistido en silencio a la satisfecha narrativa europea, que celebraba la caída del muro de Berlín, del bloque comunista y el fin de la URSS. Así que ahora Moscú no va a derramar una lágrima por el siniestrado proyecto europeo, más cuando los votantes británicos han sintonizado con el sentir ruso: priorizar la soberanía sobre la integración, entendiendo que hay más que ganar recuperando la grandeza pasada que esperando las promesas de la globalización. Ni la URSS ni el Imperio británico tienen posibilidades de regresar al mundo de los vivos, pero sí al subconsciente colectivo de cada uno de estos dos extremos del continente.

El Mundo (España)

 



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