El secretario del Tesoro, Timothy Geithner, ha advertido por carta a los principales miembros del Congreso que, tal como están las cosas, ante la imposibilidad de incrementar el actual techo de deuda pública, el mismo lunes serán adoptadas medidas excepcionales de recorte de gastos y de subida de impuestos para evitar el riesgo de suspensión de pagos. A día de hoy, Estados Unidos ha llegado ya hasta el máximo endeudamiento que tiene autorizado y que se eleva a 16,4 billones de dólares.

El gran reto económico de Estados Unidos, asumido por Barack Obama, es reducir su elevado déficit público sin perjudicar el crecimiento. Las medidas de ajuste previstas para aplicarse a partir de enero, encaminadas a recortar gastos e incrementar ingresos, deben suavizarse y escalonarse en el tiempo porque, en caso contrario, conducirán al país hacia la recesión este mismo año. En ello están de acuerdo también los republicanos, pero la diferencia entre unos y otros está en quien deberá pagar más y dónde se aplican los recortes.

Después de varios meses de negociaciones, todo indica que Obama -que anteayer suspendió las vacaciones navideñas- y sus rivales republicanos, que tienen mayoría en la Cámara de Representantes, mantendrán el pulso hasta el último minuto para imponer sus respectivos criterios. Pero ninguno de los dos grandes partidos querrá aparecer como el responsable de una suspensión de pagos ni tampoco de una nueva recesión. Cabe esperar por tanto algún tipo de acuerdo, aunque sea de mínimos, para evitar el abismo fiscal. Ese es, en cualquier caso, el escenario menos malo.