Esta práctica es popularmente aceptada bajo el refrán “cocodrilo que se duerme es cartera”. Los argentinos tenemos la increíble habilidad de transformar en broma un problema serio.

Las autoridades de mesa oficiales no son creíbles ni confiables. Los candidatos se esfuerzan, e incluso celebran alianzas (mas allá de simpatías o antipatías ideológicas y políticas) solo a los efectos de unir esfuerzos de control en la mesa electoral.

La administración Kirchner repite en cada oportunidad que puede que “pretende una nueva forma de hacer política”, “somos la nueva política”.  Sin embargo persisten aún las prácticas clásicas del clientelismo de la vieja política. El 9 de Julio el presidente visitó Tucumán. Saludó y felicitó a una de las administraciones mas clientelar de la Argentina.

El manipuleo de las encuestas, los aumentos salariales previos a la elección, la confusión entre gestión de gobierno y actos de campaña, la contratación de encuestas oficiales, y el uso poco claro de los recursos públicos son prácticas que conforman un auténtico fraude pre electoral.

En la Argentina, uno de cada cinco votantes tiene su principal ingreso basado en recursos públicos. Todo lo que se hable de salarios públicos refiere nada menos que al 20% de los votos. (Lo cual se potencia si se considera el “impacto familiar” del voto cautivo). [1]

Si el gobierno de Kirchner pretende realmente una nueva política deberá:

1. Exigir la renuncia inmediata de los candidatos en funciones de gobierno en el poder ejecutivo. (Rafael Bielsa, Pampuro y Rosatti)
2. Disminuir al mínimo posible (o bien suspender hasta el mes de noviembre) las pautas de publicidad oficial. Los actos de gobierno deben difundirse solo mediante el Boletín Oficial.
3. Atender las demandas de la oposición respecto al manipuleo de encuestas contratadas oficialmente.
4. Enfocar la política salarial en función del salario y no de las elecciones.
5. Transparentar las inversiones públicas con control del Congreso de la Nación.

A la luz de las prácticas habituales en la Argentina estos cinco puntos, bien puede considerarse parte de un glosario de ingenuidad política. Sin embargo, es  un requisito mínimo para que el postulado de la “nueva política” no sea un doble discurso del gobierno.