El gran interrogante de si Monti iba a presentarse candidato ha sido finalmente desvelado. Ha dicho que no lo hará. Pero, en cambio, también ha dicho que está dispuesto a repetir la jugada. Es decir, que volverá a gobernar Italia si los partidos que salgan de las urnas acuerdan pedirle que asuma tal responsabilidad.

La decisión de Monti parece, sin duda, la más cómoda y sencilla para él. Pero también parece la mejor para Italia y, por tanto, para la UE. Las encuestas no le garantizaban la victoria en caso de que se hubiera presentado. Es cierto que ha logrado alejar a Italia del abismo sin ayuda externa, a diferencia de España, y que ha restaurado la confianza en el país, pero también lo es que ha exigido duros sacrificios a los ciudadanos, y que les va a exigir muchos más, por lo que no goza del apoyo de una mayoría suficiente para gobernar. Pero es muy probable que, después de las elecciones, el sistema político italiano fracase de nuevo en la articulación de un gobierno fuerte capaz de llevar a cabo las reformas que necesita la economía. Y Monti, entonces, podría volver a ser necesario.

Aunque a día de hoy las encuestas dan favorito al líder de izquierda Pier Luigi Bersani, con el 35% de los votos, no podría gobernar. Le pisa los talones el propio Berlusconi, con apenas el 20%, pero el temor es que su estrategia populista antiimpuestos y anti-Alemania pueda crecer ante el estado de desánimo general que vive el país. Así, en caso de que Italia volviera a acercarse al abismo financiero, Monti -que no se habrá quemado en la batalla política- seguiría estando en la recámara como solución a la que recurrir. Su decisión, por tanto, es una garantía de estabilidad ante un panorama político cargado de incertidumbres.

Monti también ha presentado el programa político y económico que cree que Italia necesita, que ofrece a los partidos que puedan ganar las elecciones y que él mismo estaría dispuesto a liderar. Pero, en caso de que nadie le pidiera que lo hiciera, siempre podría ser una hoja del ruta sobre la que el nuevo gobierno podría articular el consenso necesario. Un gran diario italiano ha bautizado a Monti como el candidato no candidato, pero en realidad es mucho más que eso.