Sin embargo, los discursos oficiales en la sesión del Congreso celebrada en la memorable Casa de la Libertad fueron una mezcla engañosa de buenos propósitos de unidad y, al mismo tiempo, de sofismas con los que se ataca a la oposición. En efecto, el combativo Presidente empezó su discurso del 6 de agosto mostrándose excepcionalmente conciliador pero guardándose en la cartuchera, para el final, algunos sofismas a los que está habituado.

Para empezar, tanto él como su Vicepresidente, falsearon la realidad de lo que divide al país. Ambos mandatarios se declararon arrogantes vencedores del enemigo principal que es el “separatismo”: “Los hemos derrotado (a los “separatistas”) y los derrotaremos otra vez”, dijo victorioso el Vicepresidente. ¡Pero si aquí sólo algún deschavetado habló de “separatismo”! No hay victoria más fácil que la ganada a un enemigo minúsculo o inexistente. Lo que sí se ha impuesto democráticamente han sido las autonomías departamentales que están en el actual camino de la histórica de las naciones.

Por el contrario, el aymaro-centrismo que promueve el Gobierno y su partido está haciendo lo posible para provocar extraños instintos desintegradores —“separatistas”— de todos aquellos que no tienen por qué sentirse originarios aymaras. Que quede claro, la Nación boliviana, única e indivisible, está ricamente constituida por hombres y mujeres de distinto origen genealógico, lo que no les priva del orgullo y del derecho de ser bolivianos.

Algo más, inculcar a las FFAA, como hizo el Presidente en su arenga a la institución cuyas unidades desfilaron en Oruro, es inculcarles un sentimiento antiseparatista que hay que interpretarlo como anti-autonomista. Éste es otro sofisma, tanto más dañino cuanto que fue pronunciado ante la institución guardiana de la unidad nacional. ¿Querrá el Señor Presidente enfrentar a las FFAA contra las autonomías departamentales? Sería un grave error.

El otro sofisma en el que se perdió el Señor Presidente fue en su invitación al diálogo. Y, aún cuando dirigió su propuesta “en particular” a la prefecta chuquisaqueña, Savina Cuéllar, y a la alcaldesa de Sucre, Aydée Nava, hay que suponer que tal invitación la dirigió a todos los prefectos y alcaldes que no comulgan con el MAS. Buen propósito el de dialogar. ¡Pero, cuántas veces la Iglesia Católica, muy en particular, ha formulado esa invitación y, otras tantas, el Gobierno las ha desdeñado con arrogancia manifiesta!

Sí, señores Presidente y Vicepresidente, el ciudadano común desea, pide, exige unidad en la construcción permanente de una nación, unida en la diversidad legítima, fraterna y pacífica como Dios manda, dialogante y soberana. Subrayo lo de soberana porque, si el actual Gobierno proclama a los cuatro vientos su ruptura de las ominosas cadenas del imperialismo yanqui, ahora resulta que hemos caído en la trampa del bolivarianismo chavista de trocha angosta.

El patriotismo de los discursos puede ser sincero pero también puede desbarrancarse por caminos equivocados.