Tampoco es un régimen presidencialista, sino mucho más, pues, si bien al Jefe de Estado y de Gobierno (todo junto) lo eligen los ciudadanos, sin embargo, ejerce no sólo el Órgano Ejecutivo sino que ordena y manda discrecionalmente en el legislativo, en el judicial y cuanto se le ponga por delante. ¿En qué categoría se inscribe el gobierno de Bolivia? Adelanto que es un sistema original o estrafalario que no suelen mencionar los manuales de ciencias políticas al uso.
El actual sistema boliviano es una extravagante mermelada compuesta de caudillismo populista, autoritario, constitucionalizado al gusto del consumidor, racismo excluyente, socialista asociado al capital privado, laico-animista-sincrético y otras peculiaridades exóticas para el estudioso. Decía que el régimen es caudillista. El Jefe del Estado y de Gobierno toma las decisiones por sí y ante sí, y no necesita rendir cuentas a nadie. Se trata asimismo de un caudillaje andino que desestima el pluralismo partidista, y que se apoya en los movimientos sociales, una suerte de milicias sindicales que ejercen el control social de todo lo habido y por haber. Ministros, jueces, fiscales, administradores y demás miembros de la maquinaria del Estado, así como políticos, periodistas y otros ciudadanos que aún piensan y respiran, estarán bajo la observación atenta de los movimientos sociales. Alguno podría llamar a este sistema un Estado policial.
De ninguna manera puede llamarse democracia representativa desde el momento en que consagra el voto comunitario, dirigido y vigilado. Y porque el Órgano Electoral, así como el órgano Judicial y el Tribunal Constitucional, están formados por personas que no garantizan la independencia ni la imparcialidad de lo juzgadores. Tampoco es democrático ni representativo porque convalida el voto comunitario, vigilado y por consigna obligatoria. Ahora bien: nadie dijo que el MAS fuera democrático. Nadie dijo que el MAS creyera que el voto universal, libre y secreto, fuese el único sistema legítimo para elegir a los representantes del pueblo. El dedazo es otro método más expeditivo y practicado.
¿El régimen es centralista o autonómico? Lo de autonómico es un camuflaje que oculta el centralismo de siempre.
En efecto, el Gobierno desaprueba los estatutos autonómicos elaborados por las regiones orientales en exitosos referendos. Y, por el otro lado, el mismo Gobierno multiplicó por 36 las autonomías de las naciones autóctonas. El objetivo de esta creación es contrapesar las autonomías del oriente boliviano.
Llama la atención que habiéndose llamado este sistema socialista comunitario, no sólo se haya apropiado de todos los bienes de producción sino que se haya asociado a los principales. Extraña que no haya nacionalizado la banca.
Ésta última, en uno de los inviernos más crudos de la historia, entona la vieja cantinela “la primavera ha venido, nadie sabe cómo ha sido”.