Me disgusta tener que repetir el dicho de que ´lo que va mal tiende a ir peor´. Preferiría equivocarme. Pero así lo dictan los graves desbordes políticos ocurridos en Sucre y la contumacia gubernamental frente a hechos de tanta gravedad.
Basta con subrayar las alarmas emitidas por el Secretario General de la ONU, por la Unión Europea y por varios países amigos. Todos ellos se muestran preocupados por el mal camino emprendido por los políticos bolivianos. Muchos ciudadanos de a pie así como numerosos comentaristas, entre los que me cuento, veníamos previendo el peligro de una explosión violenta.
Incluso el Vicepresidente de la República la alentaba exhortando a sus bases con la desafiante consigna de que ´ha llegado la hora´. Pueden ocurrir otras peores. En efecto, la aprobación ´en grande´ de la nueva Constitución por la mayoría, exclusiva y excluyente, del partido de gobierno y en ausencia de los representantes de una amplia mitad de la ciudadanía nacional que no comulga con el MAS, es algo así como ponderar un libro tan sólo por el índice y sin leer su contenido.
Por lo demás, sería un error esperar que, hasta el 14 de diciembre, es decir, en menos de un mes, los constituyentes que, durante más de un año han sido incapaces de aprobar ni un solo artí-culo de la Carta Magna cumplan con la tarea encomendada. Para llegar a esta simple conclusión, ni siquiera necesito los valiosos argumentos jurídicos que ya han sido abundosamente comentados por quienes saben más. Basta con un cálculo cronológico.
Tampoco es admisible que el Gobierno mande retirar la policía de la capital como castigo por los excesos cometidos por gente salvaje enardecida. Aunque admito que la turba violenta rebasó a las fuerzas del orden. Y me pregunto: ¿dónde estaban los temidos ´ponchos rojos´ enviados por el Gobierno para imponer su voluntad? Fueron muy valientes degollando a dos perros negros indefensos, pero cuando llegó el momento de apoyar a la policía acorralada, desaparecieron como cobardes. Si en los días de plomo, la Policía de Sucre y la ciudad entera sufrieron el salvajismo, ahora queda a merced de la delincuencia común desde que se abrieron las puertas de la cárcel. La inseguridad se ha impuesto en Sucre.
Los ecos de la barbarie llegaron a La Paz en donde tenemos el privilegio de recibir las réplicas de todos los conflictos que se producen en el país. ¡Cuándo nos dejarán trabajar en paz! Milicianos movilizados por el MAS lograron reunirse en la plaza Murillo, escucharon el discurso repetitivo del Presidente y las arengas incendiarias de algunos dirigentes. Luego de este aperitivo, algunos milicianos del MAS la emprendieron contra algunos medios de comunicación social que no son de su agrado. ¡Natural! Si el propio Presidente no se cansa de acusar de sediciosos a los periodistas y a los propietarios de órganos informativos. Es que el autoritarismo no casa bien con la libertad de expresión. Y, por añadidura, seis regiones le plantan cara a los huéspedes del Palacio.
El Gobierno, todavía arrogante, está perdiendo pie. En lugar de fortalecer la posición a fuerza de discursos demagógicos, Evo Morales y sus más íntimos colaboradores se van debilitando cada vez más.