Mas bien imposible hasta ahora. Y como ejemplo bastaría con reseñar someramente como se han recibido por aquí las palabras del presidente Barack Obama sobre Israel e Irán durante su presentación ante Aipac primero y luego durante su diálogo con el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu.

Los israelíes judíos, que conforman más del 75 por ciento de la población, están muy conscientes de la importancia fundamental que tienen las relaciones con Estados Unidos para la supervivencia y consolidación del Estado de Israel. Miles y miles siguieron las declaraciones de Obama en vivo, por los canales nacionales y extranjeros de televisión, en lugares públicos como cafeterías, bares y hoteles y a través de crónicas y comentarios de opinión que por estos días llenaron los periódicos del país. He tenido ocasión de discutir el tema con varios israelíes, desde políticos y militares hasta periodistas, intelectuales y profesionales. Y varias veces me hicieron la misma advertencia: donde hay 10 judíos hay 15 opiniones. Es bueno saberlo.

 Ayuda a calibrar mejor la falta de consenso sobre tantos asuntos vitales para la supervivencia de ese gran logro histórico que es el Estado judío. Incluyendo el verdadero significado de las palabras del presidente norteamericano.

Creo no equivocarme si afirmo que los estadounidenses no habíamos escuchado a Obama hablar con tanta contundencia sobre el compromiso de Estados Unidos con Israel por lo menos desde que era candidato a la presidencia en el 2007. Y no es coincidencia que vuelva a hacerlo ahora que aspira a la reelección. Pero muchos norteamericanos seguramente coincidimos en que la firmeza de su tono es real. En otras palabras, si, a propósito de la potencial amenaza nuclear de Irán, Obama afirma que “Estados Unidos le está cuidando las espaldas a Israel” es porque verdaderamente lo piensa y lo siente de esa manera. Muchos norteamericanos incluso no dudaríamos en que estaría dispuesto a usar la fuerza militar si Teherán se aferra obstinadamente a sus planes aparentes de fabricar armas nucleares.

En Israel, en cambio, abundan los que creen que, con respecto a su país, Obama hace con retórica lo que no estaría dispuesto a hacer con acciones. A su juicio, el presidente de Estados Unidos no tiene entre sus prioridades la protección inequívoca de Israel ante las amenazas que sufre de sus vecinos recalcitrantes, que nunca han cesado de predicar y buscar la destrucción del Estado judío. Es una opinión prevalente entre los llamados “halcones israelíes”. La complementa la convicción de que Israel debería acabar por su cuenta con la amenaza iraní. Esto no necesariamente significa que debe atacar cuanto antes las instalaciones nucleares iraníes, sino que debe estar listo y no vacilar en hacerlo en caso de que fallen la diplomacia y las sanciones económicas. Los halcones, por cierto, no dudan en que Israel tiene la capacidad para llevar a cabo con solvencia ese ataque preventivo y afrontar las consecuencias.

Pero también he escuchado a algunos israelíes elogiar el compromiso del presidente norteamericano con Israel ante la perspectiva de que Irán desarrolle armas nucleares, siendo como es un agresivo régimen islámico que, como advirtiera en Washington el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, considera a Estados Unidos el Gran Satán y a Israel el Pequeño Satán. Algunos francamente lo elogian de oficio, es decir, representan al gobierno de Netanyahu y quieren darnos a entender que confían en el compromiso del presidente norteamericano. Pero otros lo elogian porque consideran que Obama no articularía con palabras una amenaza a los lideres iraníes a menos que estuviera dispuesto a cumplirla. Son posturas que se debaten con pasión en los medios del país. Y que sin duda influirán en el desenlace de las próximas elecciones en Israel.

Por falta de espacio no aludiré a otras posturas israelíes sobre el tema, salvo una muy interesante. Me refiero a la de quienes piensan que Estados Unidos y la Unión Europea no pueden, por sí solos, disuadir a Irán, sino que necesitan ayuda de sus cómplices: China y, sobre todo, Rusia. Nos recuerdan que Occidente perdió poder disuasivo con Teherán al dar marcha atrás en su compromiso explicito de rehabilitar al dictador Moamar Gadafi si este desistía de fabricar armas nucleares.

El debate sobre la amenaza iraní y el apoyo norteamericano para enfrentarla ha desplazado por ahora al conflicto palestino de las primeras planas en Israel. Pero uno tiene la impresión de que aquí nadie espera con los brazos cruzados a ver quién lo gana. Los israelíes se preparan más bien para cualquier contingencia. Y eso resume no solo la joven historia del Estado israelí, sino también toda la historia del invencible pueblo judío.

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