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13/12/2012 | EEUU - El nuevo tono republicano

Daniel Morcate

“Recuerden siempre que todos nosotros, especialmente usted y yo, descendemos de inmigrantes y revolucionarios”. Franklin D. Roosevelt

 

Están que no los conozco. Los republicanos, quiero decir. Y concretamente me refiero al nuevo tono que muchos están usando en lo que concierne al viejo asunto pendiente de la inmigración. Están como queríamos verlos. Con los pies en la tierra. Humanizados. Llamándoles personas a los inmigrantes indocumentados. Pidiendo comprensión y benevolencia para ellos, especialmente para aquellos a los que trajeron sus padres de niños a Estados Unidos. Se han adelantado incluso al presidente Obama en hacer propuestas concretas en Washington, aprovechando que Obama siempre anda lento en la cuestión migratoria, agobiado siempre por una preocupación mayor. Antes la reforma sanitaria. Ahora el precipicio fiscal.


Ya sé que no son todos los republicanos los que han variado el tono. Que para decir lo que digo es preciso no haber escuchado, o ignorar a propósito, las barrabasadas de un Rush Limbaugh, por ejemplo, el vociferante gurú del partido. Pero lo importante es que están hablando los que tienen que hablar. Y hablando bien y en voz alta. Pongo por caso al presidente Bush, quien la semana pasada recordó que "los inmigrantes llenan un vacío crítico en nuestro mercado laboral y trabajan duro para lograr una vida mejor". Rechazó por impracticable la deportación masiva de indocumentados. Y subrayó que "Estados Unidos puede ser a la vez un país de leyes y un país que acoge" a los inmigrantes. O el senador Marco Rubio, quien recordó que cuando se habla de indocumentados "no estamos hablando de plagas de saltamontes, sino de personas". E incluso otro gurú del conservadurismo, el comentarista Sean Hannity, quien admitió haber "evolucionado" sobre inmigración y ser partidario ahora de que "el mercado, en vez de la burocracia federal, determine nuestra política migratoria".


Sé lo que están pensando. Están pensando que se trata de un cambio de postura insincero. Oportunista. Motivado únicamente por las recientes derrotas electorales. Pero creo que la cosa va más allá. El desastre en las urnas ha dejado con el rabo entre las piernas a los extremistas del GOP y dado pie para la décima a los moderados, como era deseable. Y previsible. En consecuencia, legisladores republicanos han propuesto ya ampliar el número de visas para inmigrantes que puedan trabajar en campos agrícolas y tecnología de punta. Otros, como Lindsay Graham y el propio Rubio, han iniciado el diálogo con colegas demócratas de larga trayectoria como reformistas de inmigración. Y se han constituido grupos conservadores para estudiar cambios que compaginen la protección de nuestras fronteras con la normalización del status de la mayoría de indocumentados.


Durante los largos años que condujeron a las elecciones de noviembre, los republicanos usaron un tono duro e intransigente en materia de inmigración. Rechazaron de plano como pura "amnistía" cualquier gesto benévolo hacia los indocumentados. Y muchos promovieron la "autodeportación" o las deportaciones masivas. El cambio de tono de figuras importantes del partido allana el camino para un diálogo sustantivo y serio con los demócratas. Su objetivo debería ser lograr un consenso sobre las ideas más prácticas, sensatas y compasivas, para mitigar la inmigración ilegal. Y digo mitigar porque hablar de erradicarla del todo conduce inexorablemente a la demagogia, al desconocimiento de una realidad esencial: Estados Unidos siempre será un imán para los inmigrantes, especialmente para los que provienen de países vecinos con crónicos problemas sociales, políticos y económicos como México, Cuba, Haití y los centroamericanos. Esa condición ha provocado y provocará fuertes desafíos al país. "Todos los problemas que enfrentamos en EEUU", advirtió Pat Paulsen con elocuente ironía, "se deben a la fallida política inmigratoria de los indios nativos".


En el nuevo diálogo migratorio debería incluirse a los activistas cívicos que mejor conocen los retos que enfrentan los inmigrantes y que han luchado por sus derechos incluso en los momentos de mayor intolerancia nacional. Al final, todos los participantes, demócratas, republicanos y activistas tendrán que hacer concesiones en aras de un consenso. Tal vez entonces, cuando llegue ese consenso, si es que por fin llega, podremos volver a admirar con serenidad, claridad y orgullo todo lo que hace a Estados Unidos un país tan deseable para tantos.


www.twitter.com/dmorca

El Nuevo Herald (Estados Unidos)

 


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