La plataforma de acción ciudadana ya suma más de 30.000 miembros y cuenta con una veintena de coordinadores.
Cuando en agosto pasado surgieron las primeras
informaciones sobre un grupo de cubanos rebeldes que bajo el nombre de
Archipiélago pretendían desafiar a la poderosa revolución, pocos creyeron que
llegarían tan lejos. Y que fueran tantos.
La plataforma de acción ciudadana, que no tiene nada que
ver con partidos políticos, ya suma más de 30.000 miembros y cuenta con una
veintena de coordinadores. Cada uno de ellos, a su vez, se "defiende"
con gente muy próxima dispuesta a reemplazarles de inmediato en caso de caer
detenidos o de que el gobierno les aísle cortando sus comunicaciones.
Frente a la fuerza, mucho ingenio, lo que ha provocado el
pataleo de la revolución. "Los grupos privados que se han establecido en
la plataforma de Facebook no sólo realizan actividades ilegales desde el punto
de vista legal, alterando logaritmos (sic), alterando el mecanismo de la
geolocalización", atacó el canciller Rodríguez, con amenaza de denuncia
contra el propio Facebook.
La realidad es que los miembros de Archipiélago discuten
a través de la plataforma las acciones a seguir, pese a las dificultades, en un
ejemplo de democracia digital. Incluso en la selección de su nombre, que evoca
la diversidad frente a la "isla" comunista, han dado en el centro de
la diana.
Si un precedente movió a los jóvenes rebeldes, este fue
la solicitud de enmienda constitucional realizada por el disidente católico
Oswaldo Payá (padre de la dirigente Rosa María Payá, que hoy intentará volar a
La Habana con eurodiputados), que incluyó la entrega de 14.000 firmas. Nada se
consiguió.
Entre los coordinadores de Archipiélago, dentro y fuera
de la isla, destacan la activista Daniela Rojo, la actriz Iris Mariño, el
historiador Leonardo Manuel Fernández Otaño, el jurista Fernando Almeyda o el
ingeniero químico David Martínez.
"Archipiélago mantiene el espíritu de lo sucedido en
2020 con el Movimiento San Isidro y después con la comunidad de artistas e
intelectuales del 27-N, de la cual yo formo parte. Yunior fue uno de nuestros
coordinadores cuando en la noche entramos a conversar con los funcionarios del
Ministerio de Cultura", explica a EL MUNDO el artista visual Henry Eric
Hernández.
En aquellos momentos, Yunior e intelectuales de su
entorno apostaron por lo que llamaron la implementación plebeya, que a la
postre se convirtió en el embrión de Archipiélago y que forma parte de una
larga tradición de prácticas intelectuales en Cuba desde 1959, más o menos
perseguidas. "Hay un agotamiento a nivel sociedad, mucha precariedad.
Desde la era Obama se ha ido visibilizando más con Internet y las redes
sociales. Eso ha ayudado. Es importante que los principios de Archipiélago son
los mismos que rigen a los movimientos intelectuales: multipartidismo, derecho
de libre asociación, economía de mercado, todo lo que implica un espacio
democrático en un momento inicial", añade Hernández.
Según los propios datos de Archipiélago, las mujeres
representan el 41% de sus miembros. Todos participan en la toma de posiciones
por consenso mayoritario, entre el pluralismo y la diversidad de opiniones.
"Es nuestra mayor riqueza", asegura la Plataforma, cuyos miembros se
reparten por el mundo: 54% en la isla, 26% en EEUU, 5% en España, además de
Canadá, México, Italia y Ecuador, en una radiografía que se acerca a la realidad
cubana.