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23/06/2007 | Colombia - El fin de dos carteles

Cambio Staff

Historia de la captura de 24 personas, entre ellas militares, en dos operaciones contra bandas emergentes del narcotráfico.

 

Dos carteles emergentes del narcotráfico que sacaban toneladas de cocaína por el puerto de Buenaventura y el Aeropuerto Eldorado de Bogotá, fueron desmanteladas la semana pasada por la Dirección Antinarcóticos de la Policía, la Dijín, la Fiscalía y la DEA.Se trata de organizaciones que heredaron el vacío que dejaron antiguas redes criminales del Norte del Valle y de Antioquia y a las que las autoridades les seguían los pasos desde hacía tres años. Su desmantelamiento ha dejado al descubierto la penetración de estos grupos en esferas de las Fuerzas Militares y en la administración departamental de Chocó.

Una de esas estructuras mafiosas, denominada por las autoridades como El cartel de los negros, fue desmantelada el viernes pasado cuando su jefe, Olmes Durán Ibarguen, El Señor del Puerto o El Doctor, un hombre de 1,90 de estatura y de aspecto recio, fue capturado en un apartamento del norte de Bogotá, mientras que nueve personas más de su organización fueron detenidas en Cali y Buenaventura.

La identidad de este personaje quedó al descubierto por primera vez en diciembre de 2004, cuando CAMBIO publicó su fotografía y reveló, basado en informes de inteligencia, que había salido de Pizarro, Chocó, para establecer sus negocios en Buenaventura y algunos municipios del Valle del Cauca. Algunas de esas empresas eran la pesquera Durapez, Maderas Durán Valencia y la farmacia Mejor Vida, entre otras.

Las autoridades trabajaron para su captura desde esa época, después de que un grupo especial antinarcóticos retuvo una embarcación de su propiedad en un sector denominado Bazán, cerca de Tumaco, en cuyo interior encontraron tres toneladas de cocaína.

Recientemente su cartel cayó en desgracia cuando un grupo de la Fuerza Naval del Pacífico incautó un cargamento de 13,2 toneladas en el corregimiento de Virudó, cerca de Pizarro, Chocó. Es el mismo caso en el que el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, se vio forzado a ofrecer disculpas porque inicialmente dijo que se trataba de un decomiso de 25 toneladas de cocaína, que habría sido la más grande incautación de alcaloides en el país.

En la Gobernación

Los fiscales que entonces integraron una comisión para seguir los pasos de la red de Durán, se concentraron no sólo en sus actividades comerciales y de narcotráfico sino en sus vínculos con la política. Lograron establecer, por ejemplo, la manera como hasta hace poco manejó los hilos del servicio de salud de Chocó y la empresa que distribuye los licores de dicho departamento.

Los investigadores tienen grabaciones que prueban la manera como Durán manejaba varios de los más jugosos contratos y hacía nombrar cuotas suyas en el Departamento Administrativo de Salud, Dasalud, una entidad que maneja un presupuesto anual cercano a los 33.000 millones de pesos. Su influencia allí era el pago que los políticos de la región debían hacerle por haber contribuido a la campaña del actual gobernador del departamento, Julio Ibargüen Mosquera.

"Tenemos grabaciones en las que Durán habla en el sentido de que hay que hablar con el Gobernador  para que salga la plata de los contratos de Dasalud -dijo un investigador-. Tenemos otras en las que conversa sobre contratos de suministros para esa entidad y otra más grave en la que le dice a un contacto que hay que hablar con el Gobernador para que cumpla con los compromisos pactados".

Los datos que CAMBIO reveló en diciembre de 2004 aseguraban que Durán, según personas que trabajaron en la campaña a la Gobernación, habría invertido al menos 700 millones de pesos. Otras fuentes señalaron que El Señor del Puerto era el verdadero poder detrás del trono en la Gobernación. Algunos de ellos aseguran que el mandatario no tomaba decisión alguna sin consultarle a Durán y sostienen que sin su venia no se movía un solo peso de los recursos del Departamento Administrativo de Salud, Dasalud.

El otro cartel

La captura del Señor del Puerto y sus compinches se produjo pocas horas después de que la Fiscalía, la Dijín y la DEA desmantelaron otro cartel que tenía como centro de operaciones a Medellín y Cali y que exportaba cocaína por el Aeropuerto Eldorado de Bogotá.

La investigación, que se prolongó por más de dos años, culminó la semana pasada con la captura de dos capitanes del Ejército -uno de ellos retirado hace varios años y el otro en trance de salir de la institución- y de otras 12 personas.

Uno de los jefes de la organización, según los investigadores, era el capitán Gustavo Adolfo Leongómez, adscrito a la V Brigada del Ejército en Bucaramanga, quien  hace dos meses renunció a dicha institución en desacuerdo con el alto mando, que tenía represado su ascenso a Mayor. El oficial salió en periodo de vacaciones y desde entonces nadie volvió a saber de él. 

Pero el miércoles 13 de junio el nombre del oficial apareció consignado en informes de la Fiscalía que registraban el desmantelamiento de una red de narcotraficantes integrada por 14 personas, tres de ellas solicitadas en extradición.

El caso se remonta a junio de 2005, cuando la Fiscalía, la Policía y la DEA diseñaron una estrategia para seguir de cerca a los integrantes de la red criminal, que sacaba cargamentos de cocaína desde la sección de carga del Aeropuerto Eldorado de Bogotá.

Entrega controlada

Pocos días después infiltraron en la organización a dos de sus mejores investigadores, que en poco tiempo se ganaron la confianza de Jorge Gutiérrez Loaiza, Elkin de Jesús Muñoz y Carlos Rendón Agudelo y los convencieron para que trabajaran con ellos porque tenían los contactos que necesitaban en el aeropuerto para sacar la droga.

Los narcotraficantes accedieron a hacer un primer envío, que fue entregado a los agentes encubiertos el 24 de diciembre de 2005. Eran 200 kilos de cocaína pura, escondidos en un camión Nissan de placas SHI 203.

Entonces, las autoridades utilizaron la modalidad de la entrega controlada y enviaron el cargamento a Chicago, Illinois, donde fue confiscado por la DEA. Los mafiosos se molestaron por el decomiso, pero admitieron que sus contactos en Bogotá habían cumplido con su parte.

Cuando las aguas se calmaron, los investigadores descubrieron que el capitán (r) del Ejército, Freddy Ferney González, y el capitán Adolfo Leongómez, les habían entregado el alcaloide y que el camión pertenecía a la Dirección de Transporte del Ejército y estaba adscrito a la VII Brigada de Villavicencio.

Como los agentes infiltrados seguían libres de sospecha, la Fiscalía, la Policía y la DEA esperaron un poco más para avanzar en la investigación y consolidar evidencia sólida sobre cada uno de los integrantes de la red antes de capturarlos.

Así, en agosto de 2006 los narcotraficantes contactaron a los agentes infiltrados y les pidieron mover sus fichas para el envío de otros 200 kilos de cocaína a Los Ángeles, California. Una vez más, los agentes infiltrados enviaron el cargamento a Estados Unidos, donde de nuevo fue decomisado por la DEA.

Pese a los reveses, la organización realizó dos envíos más: uno de 200 kilos, el 2 de septiembre de 2006, y otro de 340 kilos, el 9 de abril de 2007. En estas operaciones apareció un nuevo integrante de la organización y, una vez más, los infiltrados quedaron sorprendidos. Se trataba de un mayor del Ejército adscrito a la VII Brigada de Villavicencio.

Una vez identificados los miembros de la organización, las autoridades los capturaron a todos en menos de ocho horas. Entre ellos estaban los dos capitanes del Ejército, quienes fueron localizados en Santa Rosa de Osos, Antioquia. León viajaba en el camión militar en el que había transportado la droga y González en una camioneta Mitsubishi. Los investigadores le notificaron a Leongómez que estaba detenido, pero éste les mostró su carné de identificación militar y les dijo que de ninguna manera permitiría la inspección del vehículo. De nada le sirvió.

Los fiscales examinaron el camión y descubrieron que en la parte de atrás había varias cajas con volantes y afiches de propaganda del Ejército y que en otras había ocultos 116 kilos de base de coca, dos revólveres, un fusil, una escopeta y munición del Ejército.

Así, las autoridades de Colombia y Estados Unidos acaban de asestarle un duro golpe al narcotráfico al desbaratar dos organizaciones que exportaban cocaína. Estas acciones de las autoridades de los dos países demuestran que la lucha contra el crimen no da tregua, aunque a veces da la impresión de que la guerra se está perdiendo.

Revista Cambio (Colombia)

 


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