A lo largo del día, la calma fue únicamente rota por dos bombas lanzadas a las 9.00 de la mañana (7.00 GMT), a un centenar de metros de un puesto de control de un complejo petrolero, como pudo constatar Efe.

En los distintos controles montados por los voluntarios que se han unido a las milicias revolucionarias las noticias eran contradictorias y algunos hablaban de una caravana de vehículos de fuerzas de Gadafi que pretendían retomar la ciudad.

Unos rumores que no llegaron a confirmarse, pero que mostraban el ánimo y la preocupación de parte de los voluntarios.

"Lo de ayer fue terrorífico: los combates, las bombas, los aviones pasando una y otra vez. Todavía tengo miedo, mucha gente lo tiene", aseguró a Efe Abdel Rahim Nayem, médico voluntario en el ambulatorio de Briga, hasta donde se han acercado jóvenes de Ajdabiya a 70 kilómetros, de Bengasi a unos 250, y hasta de Egipto, dispuestos a ayudar en lo que sea.

Sin embargo, los jóvenes milicianos que apenas se han familiarizado con el uso de las armas, como Abdala Rahman, que aseguró que sólo le habían bastado 30 minutos para aprender a manejar un fusil kalashnikov, aseguran que no tienen ningún miedo.

Asimismo, Jaled al Abar, que como la gran mayoría se muestra dispuesto a morir como un "mártir" en la lucha contra Gadafi, asegura que se unió ayer a los revolucionarios desde el remolque de un coche con una metralleta antitanque acoplada.

No todos están de acuerdo con que los voluntarios se unan a los rebeldes sin preparación, porque consideran que, a pesar de su voluntad y de su disposición a entrar en combate, algunos han resultado heridos por falta de pericia.

Yunis Ali, mecánico militar, aseguró a Efe que ayer mismo, después de haber reparado entre cuatro compañeros un cañón de artillería que llevaba un tiempo inutilizado, un voluntario civil lo disparó y el casquillo del proyectil le golpeó y tuvo que ser ingresado con quemaduras en gran parte del cuerpo y pronóstico grave.

No obstante, parece que la voluntad, de momento, ha sido suficiente para detener los ataques lanzados por los uniformados y los aviones de Gadafi, en los que hasta el momento, según fuentes médicas, han muerto 12 personas entre milicianos y civiles, entre ellos el hijo de un pastor de siete años.

Incluso algunos aseguran que los rebeldes controlan ya la localidad de Agueila a varios kilómetros al oeste de Briga, pero este extremo no ha podido ser confirmado.

Mientras tanto, al grito de "Dios es grande" y "los mártires son amigos de Dios", unas dos mil personas enterraron en el cementerio de Ajdabiya a seis de los fallecidos en la lucha del miércoles, naturales de esta localidad.

Mientras los transportaban en ataúdes de madera sin tapa y cubiertos en sábanas blancas, como manda la tradición musulmana, numerosos milicianos disparaban al aire en señal de duelo, mostrando una rabia contenida, que se podía leer en muchos rostros.

La bandera tricolor -roja, verde y negra- de la época de la monarquía, que los rebeldes han adoptado como propia, era ondeada por algunos participantes en el funeral y acompañaba alguno de los seis ataúdes.

Otros portaban carteles con los nombres de los "mártires" y pidiendo el fin del derramamiento de sangre.

Mientras tanto, en todo el país se han vuelto a convocar manifestaciones para celebrar concentraciones multitudinarias de condena al régimen de Gadafi.

En Bengasi, un grupo denominado "La Unión de Jóvenes de Libia" ha convocado para mañana una marcha pacífica de un millón de vehículos en todo el este de país para dirigirse hacia Sirte, localidad donde nació Gadafi y que se encuentra en el centro-norte del país.