Román Loayza lo dejó claro: "por las buenas o por las malas" Morales será presidente y basó sus advertencias en que los movimientos sociales en que se cimienta esa fuerza ya depusieron a Gonzalo Sánchez de Lozada (2003) y a Carlos Mesa (2005).

Ante la pregunta de si se refería a promover una acción al margen de la constitución, Loayza respondió: "Estamos coordinando de esa manera entre las organizaciones vivas y estos compañeros militares, porque anteriormente en las movilizaciones ellos querían hacer golpe militar con los coroneles, con los generales. Ahora, ya no vamos a permitir eso, sino, vamos a entrar [al poder] de mutuo acuerdo".

Las gravísimas declaraciones de Loayza constituyen una ofensa a la democracia boliviana. Más aún, tuvieron amplio rechazo y fueron calificadas desde "sediciosas" hasta "golpistas". Y es que para el MAS de Morales las tácticas de una campaña electoral resultan letárgicas para sus partidarios, quienes han hecho todo un estilo de la extorsión y los mecanismos violentos para obtener reivindicaciones.

De ahí que Morales se niegue a debatir con su adversario de Podemos, Jorge "Tuto" Quiroga. Morales puso todo tipo de pretextos para salir airoso del compromiso inasumible que sería para él esbozar una cadena de ideas inteligibles que no sean los clichés a los que nos tiene acostumbrados. A Morales no le va el debate sino la confrontación, el ataque cicatero, el atajo a través del insulto. Es lamentable que en muchos países de América latina a los votantes se les niegue todavía la posibilidad de presenciar un correcto debate de propuestas electorales.

En medio de tantas sombras, ahora se suma que el presidente Eduardo Rodríguez y su ministro de Defensa, Gonzalo Méndez, deberán enfrentar una demanda de juicio de responsabilidades iniciada por el líder indígena por el envío de treinta misiles a Estados Unidos para su desactivación. La acusación es por "someter al estado boliviano al dominio extranjero, resoluciones contrarias a la constitución e incumplimiento de deberes". Es lo de siempre: el victimismo , el no asumir responsabilidades y el culpar a una potencia extranjera insuflando odio y resentimiento. Chávez lo hizo en Venezuela y ahora Morales lo quiere aplicar para Bolivia.

Entre las consecuencias indeseables que produce la polarización ideológica de la campaña existe el temor de que no se alcance un suelo de consenso mínimo para la gobernabilidad. En definitiva, no hay demasiados motivos para alentar esperanzas de una sucesión constitucional duradera y pacífica en Bolivia porque la inestabilidad sigue siendo la norma.