Podríamos decir que se trata, lisa y llanamente, de un fraude electoral masivo. Podríamos decir que los resortes electorales fueron manipulados tan groseramente que todo parece una burda –y triste- película de engaños. Pero se trata de un ejercicio fundamental para la democracia y que es la elección de autoridades. De quienes, entre otras cosas, definirán el destino de los impuestos y contribuciones.

A lo largo de estas complicadas elecciones, los periodistas de Diario Exterior se pusieron en contacto con los actores. Dialogaron con quienes fueron testigos de una situación que, en el mejor de los casos, produce impotencia o resignación. Como un pueblo que no puede; que no sabe cómo luchar.

En Managua, donde el reclamo de fraude fue más fuerte, hay un lugar que se llama Estadio Nacional. Allí se concentraron las papeletas que debían ser estudiadas por el consejo electoral y brindadas a la población a modo de resultados. El control de los partidos sobre lo que allí sucedía era fundamental. Pues todo fue un gigantesco manejo del oficialismo.

El Estadio –como se lo conoce por allí- quedó cerrado a los veedores de la oposición y las boletas nunca fueron examinadas por observadores externos. Tan solo contadas por los empleados oficiales y enviadas no se sabe dónde. El "manejo" fue tan mayúsculo que la autoridad electoral nunca habló de cifras, sino de porcentajes. De grandes proporciones. Pero no del detalle. No de aquello que hace del ejercicio electoral un pequeña máquina de rigurosos procedimientos.

Lo de Nicaragua parece un escándalo. Parece la típica maniobra sandinista de otros tiempos que con la meta del poder violaban todas las garantías individuales. Como un régimen tirano más que como una democracia. Como una máquina corrupta antes que una República.

Esto que decimos fue comprobado por los avatares que debieron sufrir los opositores a Ortega –candidatos y no candidatos- en todo el país. En particular en Managua, donde fueron perseguidos y tiroteados al mejor estilo western, en medio del caos y la indiferencia de la autoridad. Llamaban a la policía desde sus comités y ésta respondía que ya llegaría. Mientras las balas de los sandinistas silbaban sobre sus cabezas. Así lo relató –textual- un testigo a Diario Exterior.

Hechos que lastiman la democracia

Recientemente, Diario Exterior publicó un documento de la Fundación Violeta Chamorro que habla de un "fraude nacional" y que presentará ante la cumbre de Presidentes en Honduras. En él, junto a otras entidades sostiene que "los resultados oficialmente anunciados por el Consejo Supremo Electoral (CSE) han sido burdamente alterados y han omitido los resultados de un porcentaje de importantes Juntas Receptoras de Votos no solamente en Managua, sino en todos los municipios donde los resultados no son favorables al partido de gobierno". Abusos, dicen, "que lastiman a la democracia".

En fin, y como señala el ensayo sobre populismo que Diario Exterior muestra en sus "cuadernos", todo constituye un patético entramado de poder y corruptela cuyo único afán es disponer de unos recursos que –en nombre del igualitarismo- nunca llegarán a los ciudadanos y muchos menos a la defensa de sus derechos más elementales.