La más reciente acusación fue formulada en una entrevista con el diario Folha de S. Paulo por el presidente del Partido Trabalhista Brasileiro (PTB), el diputado Roberto Jefferson, quien denunció al tesorero del PT de comprar la fidelidad de varios diputados con pagos mensuales 12 mil dólares.

Esta denuncia se suma a las primeras que surgieron a principios del año pasado, cuando un ex asesor del Ministro de la Casa Civil, José Dirceu, mano derecha de Lula, fue filmado in fraganti cuando, en 2002, gestionaba recursos para la campaña electoral del Partido de los Trabajadores. Y pocos meses después, el presidente del Banco Central, Henrique Meirelles, fue acusado de operaciones cambiarias impropias cuando era ejecutivo de un banco privado.

La oposición encabezada por el Partido Social Demócrata (PSDB), que dirige el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, antecesor de Lula, ya ha anunciado que no buscará el enjuiciamiento del mandatario y apoyará a Lula para que no le tiemble el pulso a la hora de actuar severamente en favor de la legalidad y la transparencia. Menos benevolente se mostró el alcalde de Río de Janeiro, Cesar Epitacio Maia, quien dijo que, si la denuncia de soborno a cambio de apoyo en el Congreso resultare cierta, el Presidente debería ser enjuiciado.

Hay quienes sopesan la posibilidad de que Lula se desmarque temporalmente de su partido y separe a los funcionarios de su cargo para que sean investigados. Pero Lula sabe que destituyendo a Dirceu y alejándose de la cúpula del PT, estaría vaciando de identidad a su partido y que eso podría salirle carísimo pensando en las elecciones del próximo año.

Por el momento Lula dijo que quiere "aprovechar" las denuncias sobre corrupción para demostrar su compromiso de luchar contra ese flagelo. "Me gustaría mostrarle a la sociedad brasileña que es posible acabar con la corrupción", afirmó Lula en un programa radial.

Obviamente, la pregunta es si Lula sabía de esos sobornos al Congreso. Si no lo sabía, también queda la incógnita acerca de si será capaz de bajarle el pulgar a sus colaboradores más cercanos, en defensa de la democracia y el buen gobierno, o si sólo es un caudillo latinoamericano más, que junto a una pandilla de políticos se llenaron los bolsillos a costa del hambre de su pueblo.(El Diario Exterior, España, 15 de junio de 2005).