La imagen de un Barack Obama taciturno, en un país que exige liderazgo a sus presidentes, se extendió entre los medios de comunicación estadounidenses, sorprendidos por la decisión de última hora del titular de la Casa Blanca de aplazar el ataque contra Siria que estaba programando para lanzar de modo inmediato. También sorprendió a los propios altos cargos del equipo de Obama, según «The New York Times», que calificó lo sucedido de «abrupto cambio de curso». A pesar de asegurar su convencimiento de que no estaba obligado a solicitar la autorización del Congreso, Obama finalmente la pidió el sábado, forzado por el aislamiento en que ha quedado, sin apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU ni del tradicional aliado bélico que siempre ha sido el Reino Unido.

Una vez levantado el dedo del botón, ahora la Administración se está volcando en convencer tanto a demócratas como a republicanos de que voten a favor del ataque en sesiones del Senado y de la Cámara de Representantes que podrían tener lugar el próximo lunes 9, el mismo día en que los dos cuerpos del Congreso tenían previsto concluir el receso veraniego. En el Senado, controlado por los demócratas, habrá ya esta semana varias reuniones para debatir la cuestión, pero la sesión plenaria queda para el siguiente lunes.

El secretario de Estado, John Kerry, apareció en varias cadenas de televisión el domingo por la mañana, tratando de convencer a una opinión pública más bien reacia. En las últimas horas, según aseguró, el análisis de las muestras de sangre y pelo de víctimas del ataque sirio con armas químicas del día 21 de agosto dieron positivo sobre la presencia de gas sarín. «Sabemos que el régimen ordenó ese ataque y sabemos que lo prepararon. Sabemos de dónde procedían los cohetes. Sabemos dónde impactaron. Sabemos el daño causado», añadió, parafraseando el informe de inteligencia que él mismo presentó el viernes.

Aunque hay numerosos demócratas críticos con una intervención, se considera que Obama puede ganar sin dificultad el voto en el Senado. Más disputada es la situación en la Cámara de Representantes, que cuenta con mayoría republicana y donde están los demócratas más izquierdistas. Allí puede formarse una coalición entre estos últimos y los republicanos del Tea Party, generalmente no intervencionistas.

Obama no ha aclarado qué ocurrirá si no cuenta con la autorización del Congreso. Cuando el sábado anunció que había decidido solicitarla, también indicó que para un ataque limitado como el que plantea no necesita esa votación. Los observadores coinciden en que Obama ni puede permitirse no atacar Siria, porque eso sería un gran golpe para la autoridad de EE.UU. en el mundo, ni hacerlo contra el parecer del Congreso, porque eso le dejaría políticamente hundido.

Cuando todo indicaba que los destructores de EE.UU. en el Mediterráneolanzarían sus misiles el domingo por la noche, seguidos quizás de otra ráfaga el lunes, Obama cambió de opinión el viernes por la tarde durante un paseo por los jardines de la Casa Blanca, que dio con su jefe de Gabinete, Denis McDonough. En una reunión del gabinete de crisis convocada a las 7 de la tarde en la Sala Situacional de la Casa Blanca, Obama comunicó su cambio de parecer.

Calmar a la clase política

De acuerdo con fuentes de la Casa Blanca citadas por varios medios estadounidenses, el riesgo de que el ataque contra Siria acabe siendo, sin desearlo, el primero de una operación más larga y el miedo a tener que afrontar el conflicto completamente solo, sin ni siquiera el apoyo expreso del Congreso, llevó a Obama a querer un debate parlamentario y una votación. No hacerlo, ante las crecientes críticas de la clase política del país, habría sido poner en su contra al Congreso cuando realmente lo necesite para una intensificación de las operaciones, si finalmente eso es lo que acaba siendo necesario, o incluso para una confrontación con Irán, si ese país queda en condiciones de producir la bomba atómica.

La Administración Obama está haciendo de la necesidad virtud. Kerry se mostró sorprendido de que algunos acusen de indecisión al presidente por haber pedido que el Congreso opine. «Puedo escuchar las quejas que se habrían producido si el presidente hubiese actuado unilateralmente», dijo. Pero eso es lo que Obama iba a hacer.