La visita del Papa Benedicto XVI a Alemania está cargada de simbolismo no sólo porque es el primer viaje oficial del pontífice fuera de Roma, sino porque intentará producir un acercamiento inicial con miembros de las comunidades judía y musulmana asentadas en ese país. Utilizando como excusa la Jornada Mundial de la Juventud (creada por Juan Pablo II) y la elección del itinerario de acuerdo a su país natal, Ratzinger confraternizará con clérigos de ambas religiones en un evidente signo de aproximación.

Esta visita puede, por otra parte, recibir el calificativo de histórica. Más allá de los diálogos previstos durante su transcurso, el Vaticano decidió imprimirle un alto valor simbólico. El Papa visitó en Colonia la sinagoga local, famosa por sufrir el ataque de las tropas nazis en 1938, conocido luego como la "Noche de los Cristales Rotos". En aquella oportunidad la ira nazi arrasó con templos y construcciones judías de todo el país y con la vida de más de 200 profesantes. Allí, el pontífice recibió al rabino jefe de Colonia, Netanel Teitelbaum, y visitó la sala conmemorativa de los 6 millones de judíos asesinados durante el Holocausto.

Hoy sábado, el pontífice tiene previsto reunirse con representantes de la comunidad musulmana precediendo la vigilia programada en la explanada de Marienfeld, desde donde ofrecerá su bendición a miles de jóvenes seguidores. Ratzinger demuestra en este acto su intención de continuar por el camino de su antecesor Juan Pablo II e inaugurar el diálogo interreligioso que seguramente marcará el signo de su papado.

La realidad política tampoco está exenta de la visita pontificia ya que en el transcurso de esta mañana hay previstas reuniones con el premier alemán, Gerhard Schroeder, y con la opositora democristiana, Angela Merkel. Según pudo conocerse, el mensaje estará destinado a fortalecer el vínculo democrático de la sociedad con el gobierno, y a respetar la voluntad popular en todo su sentido. Las autoridades vaticanas han sido cuidadosas en la selección de la agenda puesto que el resultado de los próximos comicios en Alemania es aún incierto, y no puede saberse quién gobernará el país en el siguiente término.

En síntesis, el viaje papal ha sido exhaustivamente programado. No porque los anteriores no lo hayan sido (el Vaticano demostró siempre una alta escrupulosidad) sino porque demuestra una meditada combinación de diálogo político y religioso en un contexto de creciente complejidad. La intensidad y amplitud de la agenda evidencia una apuesta política del Vaticano tanto desde el signo religioso, en el estímulo a sus fieles y en el diálogo con otras profesiones, como en el estrictamente político donde el pontífice exhibirá –seguramente- un dedicado liderazgo.