Washington denuncia escasa cooperación de Caracas, connivencia de sus fuerzas de seguridad y corrupción.
Venezuela
ha vuelto a salir malparada en el último informe anual sobre política global
antinarcóticos, que el Departamento de Estado ha entregado al Congreso
estadounidense. En el país del Orinoco, según el documento, se constata un
«fracaso demostrable» en sus obligaciones en la lucha contra el narcotráfico.
El informe sostiene que en su territorio operan los cárteles mexicanos de
Sinaloa y Los Zetas, las dos principales organizaciones criminales del país,
así como las guerrillas colombianas de las FARC y el ELN.
«La
inconsistente cooperación internacional antinarcóticos, unas fuerzas de
seguridad generalmente permisivas y un ambiente político corrupto han hecho de
Venezuela una de las preferidas rutas de tráfico de cocaína desde Suramérica»,
a lo que contribuyen «la porosa frontera occidental con Colombia y el débil
sistema judicial», denuncia el reporte.
De
acuerdo al análisis de EE.UU., «la mayoría de los vuelos sospechosos parten de
los estados fronterizos con Colombia y casi todas las avionetas que aterrizan
en Honduras, el principal foco de tráfico de droga aéreo de Centroamérica,
proceden de Venezuela. Pese a disponer de recursos, la investigación eficaz de
los narcotraficantes en Venezuela se ve dificultada por la corrupción y la
falta de independencia judicial», además de que «elementos de las fuerzas de
seguridad han dado asistencia a estas organizaciones narcotraficantes».
«Recursos
adicionales»
Washington
se queja de la escasa colaboración de Caracas, «limitada y continua sólo caso
por caso». Sin embargo, reconoce la mayor cooperación con su vecina Colombia,
de donde procede el 95,5 por ciento de la cocaína incautada en Estados Unidos.
Bogotá habría hecho «avances significativos» en el control de la producción y
exportación, pero ese progreso «no es irreversible», por lo cual «deberá
destinar recursos adicionales [...] para mejorar la seguridad, la provisión de
servicios públicos, construir infraestructuras y generar más oportunidades
económicas en las regiones históricamente influidas por el terrorismo», para lo
cual necesita «un apoyo continuado del Gobierno estadounidense».
Centroamérica
es el principal punto de paso de alijos, pues el 80 por ciento de la cocaína
que llega a México desde Suramérica con destino a Estados Unidos hace escala
allí, principalmente en Honduras y, en menor medida, Guatemala. Precisamente,
los mandatarios centroamericanos acordaban esta semana analizar vías alternas
de lucha contra las drogas, incluida su despenalización, tras una Cumbre en la
que participó el vicepresidente estadounidense, Joe Biden.
Avances
en México y Bolivia
En
cuanto a México, el Departamento de Estado reconoce que se han dado «pasos sin
precedentes» para combatir el narcotráfico y el lavado de dinero, pero las
autoridades estatales y locales «siguen siendo vulnerables a la corrupción». El
Informe Anual de Narcóticos Internacionales se hace eco del golpe que la severa
sequía que sufre México desde 2010 ha producido en el cultivo de amapola y
marihuana. «Las prolongadas condiciones de sequías, temperaturas de frío récord
e incendios extendidos durante la primavera y a principios del verano de 2011
pronostican una merma» aún mayor.
Respecto
a Bolivia, en el estudio enviado al Capitolio se responsabiliza de los escasos
progresos en la materia a la expulsión en 2008 de los agentes de la DEA
(agencia estadounidense de lucha antinarcóticos), aunque reconoce avances en la
erradicación de cultivos de coca.
Falta de
coordinación
Y en
Perú, país con «el mayor potencial mundial de producción de cocaína pura», los
esfuerzos están lastrados por falta de «coordinación efectiva y consistente»
entre el Ejecutivo y las fuerzas de seguridad.