El candidato del PRI aventaja en seis puntos al izquierdista López Obrador (PRD). «La lucha contra el crimen va a seguir. No habrá ni pacto ni tregua», dice el vencedor de los comicios.
Doce
años de Gobierno han enviado al Partido Acción Nacional (PAN) al tercer lugar
en las preferencias del electorado mexicano. Doce años de ponerse mutuamente
palos en las ruedas han llevado a que el PAN y el Partido de la Revolución
Democrática (PRD) sirvieran en bandeja el triunfo al Partido Revolucionario
Institucional (PRI), al que combatieron desde la oposición cuando este ejercía
el poder de manera hegemónica en el país. La bien engrasada maquinaria del
partido que monopolizó el gobierno entre 1929 y 2000 hizo el resto.
Así, el
priista Enrique Peña Nieto será desde el próximo mes de diciembre el presidente
de la República, después de haber obtenido cerca del 38% (casi 17,2 millones de
papeletas) del total de votos válidos, con más del 90% escrutado. El recuento
rápido del Instituto Federal Electoral en 7.500 urnas y cuya fiabilidad
prácticamente no tiene mácula ya apuntaba la victoria de Peña Nieto. Andrés
Manuel López Obrador ha sido segundo en los comicios de este domingo, tras
sumar cerca del 32% de las papeletas (14,5 millones de votos) en representación
de una coalición de partidos de izquierda, según los datos provisionales.
La
panista Josefina Vázquez Mota se deberá contentar con algo más del 25% de
sufragios (11,5 millones de votos). Gabriel Quadri también obtiene un triunfo
al superar el 2% necesario para que su partido, Nueva Alianza, conserve el
registro electoral.
«Cambio
de rumbo»
Conciliador
como cabía esperar, Peña Nieto agradeció «a todos los mexicanos» por decidir
«un cambio de rumbo» para el país. Con un papel delante, quien ocupará la
presidencia de la República a partir del próximo 1 de diciembre también
agradeció al actual mandatario, Felipe Calderón, por su gestión, por su llamada
de felicitación y por su comportamiento durante la campaña.
El
exgobernador del Estado de México, que este mes cumplirá 46 años, insistió en
la victoria de la democracia y de todos los mexicanos, incluidos quienes no
votaron por él. «Gobernaré con todos y para todos: me esforzaré al máximo para
dar respuesta a sus legítimas demandas». Entre ellos incluyó a los estudiantes,
que desde el movimiento #YoSoy132 nacido en las redes sociales se convirtieron
en sus más feroces críticos.
«No hay
regreso al pasado: mi Gobierno está orientado hacia el futuro. Mi gobierno
respetará y hará respetar la ley. La lucha contra el crimen va a seguir con una
nueva estrategia para reducir la violencia, pero no habrá ni pacto ni tregua».
Diálogo, acuerdos, reformas y resultados serán los ejes de su presidencia,
sentenció.
López
Obrador se lo pensó dos veces antes de comparecer en público, y cuando lo hizo
se solapó con un mensaje institucional de Calderón en cadena nacional de radio
y televisión. Ante sus incondicionales, que se empeñaban en denunciar el
supuesto fraude que el propio tabasqueño anunció semanas atrás, AMLO anunció
que esperará hasta tener los resultados definitivos para fijar una postura: «No
actuaré de forma irresponsable y en su momento informaremos al pueblo de México
sobre el resultado de la elección».
Como
volviera a denunciar falta de equidad en el proceso, López Obrador se guarda un
as en la maga para posibles movilizaciones futuras, como las que paralizaron la
capital cuando, en 2006, no reconoció su derrota por 245.000 votos ante el
propio Calderón. “Todavía no está dicha la última palabra”.
Vázquez
Mota había sido la primera en reconocer que los resultados no le eran
favorables y asumió que “hoy termina una campaña electoral y empieza el tiempo
de los ciudadanos. El nuevo gobierno tendrá la responsabilidad de cumplir sus
promesas y compromisos; vigilaremos para que los cumplan para impulsar las
reformas estructurales que se requieren e impedir el retorno del autoritarismo,
la corrupción y la impunidad. No permitiremos al nuevo gobierno que se rinda
ante el crimen organizado”.
También
según las encuestas, el PRI habría ganado los gobiernos estatales de Jalisco
(que arrebata al PAN después de 18 años), Chiapas (que gobernaba el perredista
Juan Sabines) y Yucatán, mientras que Miguel Ángel Mancera será el nuevo jefe
de Gobierno del Distrito Federal y el PAN conserva Guanajuato. Para conocer a
los nuevos mandatarios en Tabasco y Morelos habrá que esperar a los resultados
oficiales definitivos por la cerrada lucha entre los candidatos del PRI y el
PRD en ambas entidades de la federación.
Con una
participación superior al 62 por ciento de los ochenta millones de electores
censados (casi 50 millones de sufragios, la mayor en la historia de México), la
jornada electoral transcurrió sin apenas incidentes. Se instalaron en tiempo y
forma más del 99 por ciento de las urnas y el número de denuncias fue menor a
la mitad de las registradas en los comicios de 2006.