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26/04/2015 | El Líbano: escenarios una década después del 'fin' de la tutela de Siria

Rosa Meneses

Diez años después de que Bashar Asad diera la orden de salida a sus militares, Siria ya no tiene influencia directa en Beirut, pero la guerra es una amenaza a su estabilidad. La la sociedad libanesas siguen fracturadas entre prosirios y antisirios y Hizbulá se ha convertido en el principal pilar del régimen de Asad.

 

Hace 10 años, los últimos 250 soldados sirios salieron del Líbano después de casi 30 años de ocupación. Era el fin de un proceso que había comenzado meses antes, tras el asesinato del ex primer ministro libanés Rafik Hariri, el 14 de febrero de 2005, que desató la llamada 'Revolución de los Cedros'. Bajo una gran presión popular, el presidente Bashar Asad se vio obligado a comprometer su retirada del Líbano y poner fin a la tutela que ejercía sobre el pequeño país. Hoy, en un macabro guiño de la Historia, son los milicianos libaneses de Hizbulá los que le están sacando las castañas del fuego a Asad en su enfrentamiento contra las brigadas rebeldes.

Siria había entrado en el Líbano en 1976, en virtud de un acuerdo con algunas facciones locales. Hacía un año que el país se desangraba en una guerra civil que se prolongaría durante 15 años. Acabado el conflicto, Damasco se negó a retirarse para seguir controlando el país y mantuvo en su suelo a unos 14.000 soldados, además de miles de funcionarios de Inteligencia. Sacudirse la tutela de Siria abrió una nueva página para el Líbano y aquellos acontecimientos han dibujado su futuro. Pero no para bien. Pronto, las esperanzas de un Líbano libre de influencias exteriores quedaron truncadas. Siria siguió interviniendo en los asuntos del país a través de facciones políticas afines, y a ese influjo se le unía el de Irán, que también vio la oportunidad de hacer crecer su control a través del grupo chií Hizbulá.

"Siria tiene hoy menos influencia en el Líbano que hace 10 años, a pesar de que aún cuenta con agentes de Inteligencia dentro del país. Pero ya no determina tanto como hasta 2005 los asuntos políticos libaneses. Ésa es la gran diferencia con la actualidad", explica a ELMUNDO.es Barah Mikaïl, investigador senior del think tank Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE). Sin embargo, Damasco sigue manteniendo "una influencia indirecta" a través de las facciones políticas posicionadas dentro de su línea estratégica.

La fractura entre prosirios y antisirios

Una de las consecuencias de la retirada de Damasco es la consagración de la preeminencia de Hizbulá, un partido chií que es el único que -tras el fin de la guerra civil libanesa- conserva sus armas y que se alinea con Siria e Irán. Otra consecuencia inmediata fue la desestabilización de la política libanesa, fracturada claramente entre dos facciones: prosirios y antisirios. Hizbulá y sus aliados (chiíes y maronitas) se posicionan al lado del eje sirio-iraní, mientras que el principal partido suní, el Movimiento Mustaqbal (Futuro), liderado por Saad Hariri (hijo del ex primer ministro asesinado) y sus aliados cristianos y drusos, se decantan por el eje prooccidental, forjando relaciones con EEUU, Francia y Arabia Saudí.

"Las divisiones hoy, diez años después, son las mismas", estima Mikail. Esa fractura causa periódicas parálisis en el funcionamiento de instituciones como la Presidencia. En un enésimo dèjá-vu, ambos bandos llevan sin ponerse de acuerdo en el Parlamento sobre quién debe ocupar este cargo -que según el sistema libanés se otorga a un cristiano- desde hace casi un año. "Hizbulá ha salido fortalecida, no sólo por su robustez en el Líbano sino porque es capaz de luchar en distintos frentes, como el israelí y el sirio", apunta este experto en Oriente Próximo.

Y el Partido de Dios se ha convertido en uno de los principales pilares del régimen de Asad. "El régimen sirio se ha fortalecido gracias a la estrategia militar de Hizbulá. Por ejemplo, en la batalla de Al Qusayr fue decisiva la participación de la milicia chií", añade Mikaïl.

Los libaneses han aprendido algo de su experiencia de 10 años sin Siria y es que no pueden desafiar a Hizbulá de la misma forma en que lo hicieron con las fuerzas sirias en 2005. "Hizbulá es un grupo chií libanés que no puede ser retado de la misma manera que los libaneses forzaron a Siria a retirarse. Aunque muchos libaneses lo ven como un 'proxy' de Irán, no se puede negar el hecho de que es un actor influyente", afirma Noam Raydan, investigadora del Washington Institute, en un artículo publicado recientemente por Fikra Forum.

Prestigio del ejército libanés

Quizá una consecuencia inesperada de todos estos acontecimientos y del actual contexto bélico en la zona, es el prestigio que ha ido adquiriendo internamente el ejército libanés (LAF, en sus siglas en inglés). Primero, cuando en virtud de una resolución de la ONU se desplegó en el sur del Líbano tras la guerra entre Hizbulá e Israel de 2006. Y en los últimos meses, por el consenso nacional e internacional hacia su papel de contención frente a la amenaza de los grupos yihadistas Estado Islámico y Frente Al Nusra, cuyos milicianos se han infiltrado desde Siria en el noreste libanés.

Según fuentes de seguridad libanesas, entre 3.000 y 5.000 guerrilleros de Estado Islámico se han estacionado en la frontera siriolibanesa del noreste y los secuestros tanto de civiles locales como de soldados están a la orden del día. Por eso es importante que Hizbulá se haya comprometido a apoyar al ejército en su lucha contra los salafistas. Tanto como la ayuda militar y en millones de dólares que el LAF ha comenzado a recibir de EEUU, Francia y Arabia Saudí para mejorar sus capacidades.

La guerra en Siria, que ha entrado en su quinto año, ha sobrepasado sus fronteras y ha adquirido dimensiones regionales que alcanzan de lleno al Líbano. El país acoge a más de 1,5 millones de refugiados sirios, que suponen el 25% de la población libanesa. Un desafío demográfico que representa la mayor amenaza a la estabilidad de este país de frágiles equilibrios políticos y sociales entre comunidades, religiones y facciones.

Geopolítica de ayer y hoy

"La revolución siria actual intenta saldar una situación nacida de la guerra de la que el Líbano fue teatro entre 1975 y 1990, ya que las divisiones que engendra sobre la escena libanesa tienen raíces que se remontan a este periodo", escribió Yara El Khouri, experta en Historia Contemporánea libanesa, en un artículo publicado en la revista Les Clés du Moyen Orient en 2013, en una reflexión aún vigente.

En el contexto geopolítico actual, también encontramos reminiscencias entre el pasado y la actualidad. "Siria entró en el Líbano en el 76 por miedo a que el país se convirtiera en el Vietnam de Oriente Próximo, con la OLP [la Organización para la Liberación de Palestina, comandada por Yasir Arafat] controlando el 80% del territorio libanés. Veo ahora un paralelismo, con la entrada de Arabia Saudí en Yemen", señala a este diario George E. Irani, académico de origen libanés y profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Americana de Kuwait.

El Mundo (España)

 



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