MIAMI, Florida.- El debate de anoche entre Kamala Harris y Mike Pence sirvió para recordarles a los estadounidenses cómo era su país antes de Trump.Un encuentro civilizado, por momentos cortés, de dos políticos que no están de acuerdo en casi nada, pero que pueden decirlo y confrontarse sin insultos ni gritos.
Si así hubieran transcurrido los cuatro años precedentes,
Estados Unidos no estaría tan dividido y enfrentado como hoy está.
Esa fractura se refleja en manifestaciones de odio,
proliferación de milicias armadas para acabar con el que tiene otro color de
piel o piensa diferente, en un país donde “es mucho más lo que nos une que
aquello que nos divide”, como dijo la candidata Kamala Harris.
El único guiño a la relación bilateral con México, lo
hizo la demócrata al recordar que el presidente Trump es un férreo
antiinmigrante, pues ha “llamado violadores y criminales a los mexicanos”.
La herencia de confrontación de Donald Trump, aunque
pierda el próximo día tres, será la resaca inevitable que padecen los países
que han bebido la cicuta del populismo.
Kamala y Pence se esforzaron anoche por mostrarse como
dos líderes prudentes que serían capaces de tomar las riendas del país si las
circunstancias lo requieren, dada la edad de ambos candidatos presidenciales.
Ambos lo lograron, con sus particulares estilos: no habrá
un peligro en la Casa Blanca si el coronavirus de Trump o los 78 años de Biden
demandan un papel protagónico de los actuales aspirantes a la vicepresidencia.
Al concluir el debate quedó la impresión, al menos en mí,
de que Harris y Pence saben que prácticamente ya no hay indecisos y la suerte
está echada. Y ahí, seguramente, cada quien tiene sus propios datos.
Se esperaba más de Kamala Harris, porque era quien más
tenía que mostrar, pues su carrera no es tan conocida como la de Pence,
exgobernador y actual vicepresidente.
Estuvo bien en el tema del Covid en el arranque del
debate, pero después no quiso regresar sobre el tema, que es el gran punto de
aflicción hoy en este país.
No supo o no quiso remarcar que el presidente y
diecisiete personas de su círculo cercano están contagiados por un virus al que
menospreciaron y siguen ninguneando, sobre los cadáveres de 210 mil
estadounidenses.
Y que todos los jefes del Estado Mayor Conjunto de las
Fuerzas Armadas están aislados en cuarentena.
Sí puso buenos recordatorios, como el bloqueo a la
aplicación de pruebas para monitorear la intensidad y movilidad del virus, o el
cierre de presupuestos a investigación epidemiológica, la aversión de Trump
hacia la ciencia, y que “el pueblo de Estados Unidos ha sido testigo del mayor
fracaso de cualquier administración presidencial en nuestra historia”.
“Ellos –Trump y Pence– sabían que el virus se trasmitía
por el aire y no se lo dijeron a los ciudadanos”, apuntó, con razón.
Con eso tenía para no soltarlo en toda la noche, pero su
estrategia fue proyectar a una Kamala Harris con ideas claras aunque no
agresiva.
Lo mismo ocurrió con el tema de los impuestos no pagados
por Trump.
El vicepresidente Pence soltó una perla que Harris pudo
haber explotado y no lo hizo: el republicano dijo que Trump “ha pagado millones
de dólares en impuestos sobre la nómina y la propiedad”, lo cual es correcto,
pero olvidó el punto central del problema: lo que no ha pagado es el ISR. Ahí
está el fraude.
Apuntó, con acierto, una pregunta clave en el tema de las
finanzas personales del presidente:
“¿A quién le debe 421 millones de dólares Donald Trump?”.
El pueblo de Estados Unidos tiene derecho a saberlo,
dijo, y recalcó algo importante en un país que valora el tema: transparencia.
Trump no ha sido transparente ni en sus finanzas, ni en
su salud, ni en el manejo de la pandemia, señaló, y aprovechó para recordar la
vida sin escándalos económicos del candidato Biden.
Ambos fueron claros en los espinosos temas del aborto y
el de impuestos.
Nada de subir impuestos, dijo Pence, con lo que se
explica la falta de una segunda carga de apoyos a las empresas para evitar
desempleo y una nueva oleada de cierres de fuentes de producción y trabajo.
Harris dijo que sí habría más impuestos, pero solamente
para quienes ganan más de 400 mil dólares al año.
El mejor momento de Pence fue cuando acorraló a Harris
con la pregunta de si ampliarían el número de integrantes de la Suprema Corte
en caso de ganar, y ella no quiso responder. Desconozco qué tan importante sea
el tema para los votantes, aunque políticamente vaya que sí lo es.
Los dos mintieron: Kamala al decir que la industria
manufacturera estaba en recesión, y Pence con el cuento de que Biden prohibiría
el fraking.
Un tema preocupante: la ratificación de Pence de que
habría fraude en la votación por correo, que es la que daría el triunfo a
Biden.
La síntesis: el debate de anoche no cambiará el voto de
nadie, y los dos candidatos a la vicepresidencia están preparados para entrar
al relevo.
https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/pablo-hiriart/que-diferencia-de-debate