El ‘humanismo’ y ‘pacifismo’ de López Obrador ha militarizado a México como ningún presidente lo había hecho desde el fin del gobierno de Ávila Camacho.
MIAMI, Florida.- La tarde y noche del miércoles los
noticieros de televisión y las redes sociales mostraron horrorizados el ataque
ruso a un hospital maternoinfantil en Mariúpol, Ucrania, y con esas fotografías
abrieron sus portadas de ayer los principales diarios del mundo.
Mientras la barbarie encabezada por Vladimir Putin, que
incluye el bombardeo a mujeres embarazadas y niños recién nacidos, arroja a dos
y medio millones de ucranianos a vagar por Europa en busca de refugio, el
presidente López Obrador rechaza poner sanciones a Rusia porque quiere buenas
relaciones con su gobierno.
Ante los cuestionamientos por cruzarse de brazos, declara
que su postura obedece a que “nosotros somos pacifistas”.
Ese pacifismo es un aval para el agresor.
Al presidente de México, como a Putin, se les resbala el
dolor ajeno.
Puede sollozar en discursos y comer tlayudas en los
mercados oaxaqueños, pero en los hechos no está del lado de los que sufren. Ni
en México ni en Ucrania.
La negativa a sancionar a Rusia confronta a México con
sus dos principales socios: América del Norte y la Unión Europea.
AMLO le está diciendo a sus socios comerciales que el
gobierno mexicano no comparte sus valores.
Nuestro gran aliado, Estados Unidos, encabeza el boicot
económico contra el agresor, Putin, y López Obrador se rehúsa porque quiere
tener buenas relaciones con el dictador que decidió aplastar a su vecino, que
no lo provocó.
Y nuestro segundo gran aliado, la Unión Europea, es
flagelada por el éxodo de millones de desplazados por la invasión rusa, y el gobierno
mexicano no se une a ella en las sanciones porque López Obrador es “pacifista”.
¿Pacifista? Que vaya a otros con ese cuento.
AMLO ha militarizado a México como ningún presidente lo
había hecho desde el fin del gobierno de Ávila Camacho.
Con 100 mil efectivos, la Guardia Nacional –bajo el mando
militar– en 2020 presentó ante el Ministerio Público la cantidad de seis
detenidos por homicidio doloso (sí, leyó bien, seis), como publicó en noviembre
pasado Alejandro Hope en El Universal, con base en cifras oficiales.
Es decir, la militarización del país no es para cuidar la
vida ni el patrimonio de los mexicanos, sino para los fines personales e
inconfesables del presidente López Obrador.
En los tres años de gobierno del ‘pacifista’ han
desaparecido 41 mil personas. Es el doble del total de desaparecidos entre 1970
y 2018, con la guerra sucia de Echeverría incluida.
A López Obrador la guerra le es indiferente. También el
dolor en México.
Cerró las escuelas de tiempo completo sin remordimiento
alguno: 1.6 millones de niños mexicanos se quedaron sin la alimentación que ahí
tenían, porque en sus hogares no les alcanza.
El programa atendía a 3 millones 600 mil niños. Para
abajo, dijo el humanista, porque las ideó un presidente que abomina.
No le duele que en sus tres primeros años de gobierno se
hayan dejado de surtir 49 millones 832 mil 490 recetas médicas en el sistema
nacional de salud pública (informe del colectivo Cero Desabasto).
Quince millones de mexicanos, fuera de los beneficios de
la salud pública, y a los brazos de la medicina privada.
Él insulta a los centros médicos privados y a las
farmacéuticas, y les manda millones de nuevos clientes (hay 16 mil consultorios
médicos en las farmacias, que cobran, obviamente).
Ahí está el ‘humanista y pacifista’.
Rusia le agradece a López Obrador por no sumarse a las
sanciones económicas.
Funcionarios de Morena hacen caricaturas editoriales en
periódicos mexicanos que despedazan a Biden, a nuestra aliada España (Unión
Europea), y se ponen del lado de Rusia con la mentira ‘pacifista’ del
presidente de México.
Ya no engañan a nadie, en el exterior.
La Unión Europea exigió ayer a López Obrador poner fin al
hostigamiento a periodistas en México.
El Departamento de Estado de Estados Unidos, país que
sostiene la estabilidad social y la economía en México, alertó hace unos días
por el avance de los grupos de narcotraficantes en el vecino del sur, que
conquistan territorios, participan en elecciones para decidir, con acciones
criminales, quién gobierna en estados clave para sus negocios y reclutan a
jóvenes para matar.
El canciller español fue a México esta semana a demandar “seguridad
jurídica” para las empresas de su país, amenazadas y hostigadas por el
‘pacifista’ que dice querer buenas relaciones con todos los gobiernos.
Shannon O’ Neill, quizá la analista más respetada (e
influyente en el gobierno demócrata) sobre temas latinoamericanos y,
específicamente, mexicanos, escribió esta semana en Bloomberg que López Obrador
“desmorona la democracia mexicana”.
Afirma que “su intención (de AMLO) de silenciar a
críticos y erosionar los controles y equilibrios democráticos ha ido más allá
de las palabras”, y ha usado a su favor al Poder Judicial con investigaciones y
procesamientos politizados.
Pide al gobierno de Biden usar los instrumentos legales a
su alcance para evitar la destrucción de la democracia en su principal socio
comercial y vecino.
Sugiero leer completo el artículo de Shannon O’Neill, por
lo que dice, quién lo dice y quiénes la leen y confían en sus análisis para la
toma de algunas decisiones
(https://www.bloomberglinea.com/2022/03/09/con-amlo-la-democracia-en-mexico-se-desmorona-desde-dentro/).
López Obrador no es pacifista. Se identifica con Putin y
recurren al mismo tipo de mentiras para invadir Ucrania o destruir México.
Putin salva a Ucrania del nazismo, dice.
AMLO salva a México de los conservadores, dice.