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29/04/2022 | Opinión - Biden apuesta por un sitio en la historia

Pablo Hiriart

Ucrania es el baluarte en la defensa de valores ante la barbarie: respeto a la legalidad internacional, a la democracia y a los derechos humanos.

La apuesta es alta. Veremos.

 

MIAMI, Florida.- La decisión del presidente Biden de pedir 33 mil millones de dólares para apoyar a Ucrania en la guerra defensiva contra Rusia le asegura un lugar en la historia.

El costo será una (tal vez) ligera recesión en Estados Unidos, y que su partido pierda las próximas elecciones.

Biden ha optado por frenar el tsunami populista, belicoso y retrógrado que tiene su epicentro en Moscú.

En pocas palabras: su intención es acabar con la Rusia de Vladimir Putin.

Desde luego los actores centrales son los ucranianos, que sufren los estragos de la invasión, y han mostrado un heroísmo extraordinario en su resistencia a la segunda potencia militar del mundo.

Con la ayuda militar de Europa y Estados Unidos, Ucrania es el baluarte en la defensa de valores ante la barbarie: respeto a la legalidad internacional, a la democracia y a los derechos humanos.

Que Biden haya solicitado esa cantidad, 33 mil millones de dólares para aplicarse desde ahora hasta el fin del año fiscal, al terminar septiembre, quiere decir que la guerra será larga.

La visita a Kiev de los secretarios de Estado y Defensa de Estados Unidos, Antony Blinken y Lloyd Austin, trajo esa conclusión.

El presidente Biden convirtió el conflicto en Ucrania en una guerra indirecta de Estados Unidos contra Rusia.

Una guerra entre la democracia liberal y el populismo autoritario y expansionista.

Es muy posible que el Congreso apruebe los 33 mil millones de dólares en ayuda a Ucrania, porque demócratas y republicanos han cerrado filas en torno a esa causa. Además, porque el costo político lo pagará Biden.

Con la misma visión, el Congreso se ha convertido en socio de la estrategia de la Casa Blanca: aprobó en tiempo récord sucesivas asignaciones de fondos, primero por trece mil 600 millones de dólares, después por mil millones, y una última en trámite por 800 millones.

Apenas ayer la Cámara de Representantes votó una iniciativa para vender los bienes de lujo que han sido decomisados a oligarcas rusos ligados a Putin, objeto de sanciones, y usar los fondos para ayuda militar y humanitaria adicional a Ucrania.

La iniciativa fue aprobada por 417 votos a favor y ocho en contra, que refleja un apoyo bipartidista sin precedentes, muy ilustrativo del nivel de consenso que tiene la política antirrusa en Washington.

Ahora seguramente aprobarán esa cantidad, que implica la prolongación del conflicto, lo que va a meter en problemas económicos a Estados Unidos, donde ya hay señales de malos tiempos.

El PIB de este país se contrajo a una tasa anualizada de 1.4 por ciento en el primer trimestre de 2022, lo que empezó a generar temores de que Estados Unidos se encuentra en una senda hacia la recesión.

La economía estadounidense había experimentado un año de crecimiento veloz, a pesar de la pandemia. El bache, señalan los especialistas, se debe tanto a las presiones inflacionarias subyacentes como a la inestabilidad e incertidumbre que ha generado en los mercados la guerra en Ucrania.

De hecho, se trata del primer tropezón económico desde abril de 2020, cuando se diluyó la recesión económica provocada por la pandemia.

La duración de la guerra por mucho más tiempo de lo calculado, sin embargo, traerá problemas económicos a este país y a buena parte del mundo.

Estados Unidos tiene fortalezas para afrontar lo que viene, como el mercado laboral. Su economía ha generado más de 400 mil empleos al mes durante los últimos 11 meses.

Ciertamente no hay guerras sin consecuencias, y las habrá. Pero abandonar a Ucrania sería capitular ante un enfermo de poder que pronto llevaría sus guerras expansionistas al resto de Europa.

Esa historia la conocemos con una amarga experiencia de 60 millones de muertos, y Joe Biden no está dispuesto a ser el moderno Neville Chamberlain.

La recesión es un riesgo, el consecuente malestar por la caída de la economía es otro, y el impacto electoral para los demócratas y el propio Biden también parecen inminentes.

Incluso estamos (todos nosotros) en riesgo de una guerra nuclear, como anunció Putin luego de la visita de Blinken y Austin a la capital ucraniana.

En lugar de atemorizarse, Biden dio un paso al frente.

La estrategia de la Casa Blanca es cada vez más clara: con un creciente apoyo a Ucrania, Estados Unidos busca frenar las aspiraciones expansionistas de Rusia, debilitar su economía y su maquinaria de guerra.

De esa manera, la crisis que arruinará a Rusia volverá a consolidar a Estados Unidos como la única verdadera potencia global.

Excelsior (Mexico)

 



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