No se debe olvidar que el país, siendo fundador decidido del Pacto Andino, lo fue también del Acuerdo de la Cuenca del Plata, germen de lo que sería el Mercosur años más tarde. El Acuerdo de la Cuenca del Plata lo conformaron los cuatro socios fundadores del Mercosur más Bolivia. Eso era obvio, porque tanto Brasil como Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia, son naciones platenses —aunque Bolivia y Brasil son también amazónicas— y por lo tanto decidieron complementarse en una integración física, que luego, como es sabido, se convertiría en la mayor agrupación de integración económica de América Latina.

Por lo tanto, la vecindad de Bolivia con las naciones del Mercosur es enorme, ya que limita con tres de sus cuatro miembros. El país está, sin duda, más próximo a sus socios de la Cuenca del Plata que a los de la actual Comunidad Andina de Naciones (CAN), con quienes sólo limita geográficamente con uno de ellos: Perú. Estas circunstancias hicieron que las naciones del Mercosur insistieran en que Bolivia se integrara al grupo, lo que en Bolivia no desagradó en absoluto.

El problema estuvo en dos temas esenciales: primero, en que Bolivia ya se había comprometido políticamente con la actual CAN y resultaba poco menos que imposible que pudiera zafarse de sus compromisos, sobre todo arancelarios, incompatibles con sus vecinos del sur. Y el segundo, importantísimo también, que su intercambio con la CAN era y sigue siendo más intenso, porque, si descontamos las ventas de gas natural al Brasil, Bolivia vende mucho más a los países de la CAN, sobre todo en materia de oleaginosas.

Lo complejo es que Venezuela se ha retirado de la CAN, incorporándose como miembro pleno en el Mercosur, y que tanto Colombia como Perú están vinculándose a EEUU a través de tratados de libre comercio, lo que dejaría a la agrupación muy malparada. Entonces, si Bolivia va a perder mercados importantes, bien podría revisar su posición y ver cuál es ahora su mayor conveniencia.