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25/03/2008 | Downing Street en la Malasia más 'british'

Rafael Ramos

La herencia del imperio británico en Malasia tiene su mayor expresión en la isla de Penang, donde la industria del té sigue vinculada a Escocia y los nombres de las calles permanecen ligados a la época de la colonia

 

A la sombra del hotel Eastern and Oriental, el cementerio guarda los restos de la burguesía británica

Mientras la vecina Indonesia ha erradicado casi por completo cualquier vestigio del colonialismo holandés, Malasia conserva el sistema educativo, legal y de transporte heredado de los ingleses, el idioma, la conducción por la izquierda, los clubs de gentlemen,la pasión por el fútbol y los campos de cricket. ¡En el centro de Penang incluso hay un Downing Street, aunque sin Gordon Brown!

Las calles de George Town, capital de Penang y bautizada en honor del que luego fue rey Jorge IV, son un recorrido por la historia de una isla que Inglaterra compró en 1786 al sultán de Kedah a cambio de protección contra los ejércitos de Siam y Birmania, que amenazaban sus posesiones. Además del Jalan Downing (calle Downing, en cuyo número 1 está la sede del banco HSBC), un paseo entre los templos hindúes, chinos y casitas coloniales lleva casi sin querer al Jalan Light (Francis Light tomó posesión del territorio para la corona británica), el Jalan Macalister (el escocés Norman MacAlister fue gobernador entre 1807 y 1811), el Jalan Pitt, las calles del Rey y de la Reina, de la Playa y de la Luz, y hasta una Love Lane que suena a sacada de un disco de los Beatles.

En el cementerio protestante, a la sombra del hotel Eastern and Oriental (gran institución local) y entre el olor a jazmín se hallan los restos de la flor y nata de los políticos, sacerdotes, marinos, administradores y burguesía mercantil británica que se estableció en Penang en el siglo XIX y sucumbió a la malaria, al cólera y otros males antes de poder regresar a casa con o sin fortuna.

Los escoceses participaron con entusiasmo en la expansión del imperio británico, y lo cierto es que Malasia parece todavía hoy un pequeño rincón de Escocia. BOH, la mayor compañía de té del país, fue fundada en 1829 por John Archibald Russell y hoy es dirigida por su nieta Caroline. La empresa aparece registrada en Edimburgo, aunque un 30% de las acciones están reservadas por exigencia legal a malasios, produce un té de excelente aroma y color brillante, y tiene cuatro plantaciones en las Cameron Highlands, una región fresca y montañosa cuyo nombre no es un homenaje al actual líder conservador británico, sino al cartógrafo que la exploró. Hay sin embargo cosas que no han cambiado desde la época colonial: la mano de obra son inmigrantes de Indonesia, Nepal y Birmania que cobran cinco céntimos de euro por cada kilo que recogen, aunque, eso sí, tienen el alojamiento gratis. El imperio británico dejó muchas cosas, pero la generosidad nunca fue su mejor cualidad.

Toda Malasia es, cincuenta años después de la independencia, un poco británica,fruto de una conexión que comenzó a finales del siglo XVIII y principios del XIX dentro de la política de expansión de un imperio eminentemente mercantil que tenía su avanzadilla en la Compañía de las Indias y se prolongó hasta la lucha contra la rebelión comunista en Borneo entre 1948 y 1960 - la llamada emergencia malaya-, una de las páginas más misteriosas y silenciadas en la historia del ejército de este país. Si las guerrillas de Chin Peng hubieran ganado, es concebible que Malasia fuera ahora una república con los hilos movidos desde Pekín, pero carecían del apoyo de países vecinos y de otros grupos étnicos, y al final fueron derrotadas.

En un lenguaje con resonancias contemporáneas, Londres presentó al enemigo como "terroristas y criminales comunes". El ejército de Su Majestad - 40.000 hombres- efectuó cinco mil ataques aéreos y arrojó 600.000 toneladas de bombas sobre los insurgentes. Las víctimas mortales de la emergencia fueron 529 soldados británicos, 300 policías malasios y 3.000 civiles. Además, 34.000 chinos fueron internados en campos de concentración.

En el Coliseum Café y hotel Central de Kuala Lumpur, que se remonta a 1921, con su viejo bar de caoba y un cartel que dice "Por favor, dejen sus armas en el guardarropa", se siguen reuniendo los terratenientes, soldados, maestros y funcionarios británicos que decidieron quedarse en Malasia y formar parte de la aventura de la independencia, quizás incapaces de regresar al clima frío y lluvioso de Aberdeen o a la uniformidad cultural del Nottingham de la época. Se cuentan viejas batallas, toman los mejores gin-tonics del país y pagan la cuenta a final de mes, como siempre fue tradición en la casa.

La Vanguardia (España)

 



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