Nazarbáyev, presidente de Kazajistán, consolida sus veinte años en el poder con unas extrañas elecciones anticipadas.
Llegar hoy hasta el país más rico de Asia Central no es una empresa tan arriesgada como la que emprendieron los embajadores de Enrique III de Castilla para visitar en el siglo XV al emperador mongol Tamerlán. La Samarcanda de hoy se llama Astaná y es la capital de Kazajistán desde 1997.
Kazajistán no es un imperio, sino una república presidencialista con una fuerte autoridad, la de su presidente. Este, Nursultán Nazarbáyev, afianza hoy sus 20 años en el poder con unas elecciones extrañas, convocadas con prisas y criticadas por observadores y por la débil oposición política. Seguro de ser reelegido para cinco años más, Nazarbáyev renunció a hacer campaña electoral.
No le falta razón, porque sus tres rivales ni siquiera pretenden arrebatarle el poder. El senador Gani Kasímov, líder del Partido de los Patriotas, asegura que una de las personas que más le han inspirado siempre ha sido el propio Nursultán Nazarbáyev. Mels Eleusízov, líder de los Verdes, se centra en cuestiones ecológicas. Y el tercero, Zhambil Ajmetbékov, representa al progubernamental Partido Comunista del Pueblo. "Por una parte, la oposición real es débil.Ypor otra, cada uno de los candidatos intenta apoyar al presidente Nazarbáyev", explica el politólogo Dosym Satpáyev. Esa oposición real y crítica ha decidido no participar en las elecciones. Se trata de los partidos Azat, Ak Zhol, Ruhaniyat y el no registrado Algá. Unos se han decidido por el boicot, pero otros, como Ak Zhol, apuestan por una "oposición constructiva". Para su líder, Aliján Baiménov, que fue jefe de la Administración del presidente cuando Astaná se convirtió en capital y en el 2005 candidato a la presidencia, "estas elecciones no interesan. Hay que prepararse para lo que vendrá". En una entrevista con La Vanguardia pronostica "un shock para el país, que no ve ninguna alternativa en los candidatos. Ninguno ha hablado de cuestiones clave: la unión aduanera de Kazajistán (con Rusia y Bielorrusia), el cambio del alfabeto cirílico al latinooqué modelo de Estado queremos en cuestión de religión". El 70% de los 16 millones de kazajos se consideran musulmanes frente a un 20,6% de cristianos, según el censo de población de 2009.
Nazarbáyev, de 70 años, controla firmemente Kazajistán. Con los años, todo signo de oposición ha sido reducido a la mínima expresión. Hoy una coalición liderada por su partido, Nur Otan, tiene todos los 107 escaños del Mazhilis (Cámara Baja) y todos los escaños del Senado (47), excepto el que ocupa Kasímov. El principal consejero del presidente, Yermujamet Yertisbáyev, ha augurado una victoria con más del 90% que obtuvo en el 2005.
La palabra clave para estas cifras es estabilidad. Cualquiera al que preguntes por la calle saca la lista de puntos calientes: Egipto, Libia y, sobre todo, el más cercano valle de Ferganá y los pogromos del año pasado en Osh (Kirguistán). "Yo no voy a votar por él porque me guste, sino por la paz", asegura un taxista de la minoría rusa en el centro de Astaná. "El principal valor político en Kazajistán es la estabilidad. Todavía se recuerdan las guerras de los primeros años 90 en Nagorno- Karabaj, GeorgiayTransniéster. Y la gente sencilla está contenta de que nada de eso haya sucedido aquí desde la independencia de 1991", apunta Baiménov. El mismo Nazarbáyev esgrimía este elemento en el diario estadounidense The Washington Post en un artículo en el que describía las riquezas minerales y de petróleo del país. "El duro trabajo y la unidad del pueblo kazajo nos ha hecho una nación multicultural estable". Las elecciones presidenciales tenían que celebrase a finales del 2012, pero Nazarbáyev las convocó en enero después de que el Tribunal Constitucional anulase una propuesta de referéndum para cancelar las elecciones hasta el año 2020.
Algunas voces críticas insinúan que los acontecimientos de Egipto habrían precipitado esta cadena de decisiones. La Embajada a Tamerlán, relatada por Ruy González de Clavijo, describía con lujosos detalles las maravillas de Samarcanda (hoy destino turístico en Uzbekistán). La Astaná que Nazarbáyev ordenó levantar en los 90 no le iría a la zaga. El río Esil la divide en dos. En la ciudad nueva se han construido imponentes edificios estatales y gubernamentales, comoel palacio presidencial o la Torre de Baiterek. Esta representa un árbol mitológico en cuya cúspide los visitantes pueden colocar sus manos en un molde con las huellas del presidente.
