El recelo europeo ante la guerra energética que libran Rusia y Bielorrusia aumentó ayer cuando el presidente de Rusia, Vladimir Putin, hizo pública su postura. El jefe del Kremlin dio instrucciones a sus ministros para considerar una reducción en la producción de petróleo. Antes del inquietante anuncio, la Comisión Europea había decidido convocar para mañana una reunión urgente de los socios a fin de abordar la crisis.

Aunque los analistas rusos calculan que el autoritario líder bielorruso, Alexander Lukashenko, cederá al escasear sus reservas de crudo, las palabras de Putin indican que la crisis puede ser larga. El dirigente ruso pidió que se discutiera "con las compañías rusas la posibilidad de reducir la producción de petróleo debido a los problemas con el tránsito".

El problema estalló el lunes, cuando Rusia dejó de enviar petróleo a Europa a través del oleoducto de la Amistad (Druzhba, en ruso), que cruza Bielorrusia, tras acusar a su pequeño vecino de desviar petróleo para su consumo interno. La tensión bilateral había crecido en diciembre durante las negociaciones del precio que el consorcio del gas ruso Gazprom quería imponer a Bielorrusia. Semanas antes, Rusia había impuesto un arancel a la reventa de petróleo ruso (180 dólares por tonelada), una actividad que reporta pingües beneficios a Bielorrusia, que compra petróleo subvencionado y lo vende a Europa a precio de mercado. La semana pasada, Bielorrusia impuso a la compañía estatal rusa Transneft un arancel al tránsito de petróleo por su territorio de 45 dólares por tonelada métrica: una medida para compensar el daño ocasionado por la parte rusa.

Vladimir Putin contestó ayer a las críticas llegadas de la Unión Europea, especialmente de la canciller alemana Angela Merkel, sobre la poca fiabilidad de Rusia como proveedor de energía: el jefe del Kremlin dijo que los consumidores europeos deben estar preparados por los efectos del paso de esta materia a través de Bielorrusia. No obstante, también pidió al Gobierno que haga "lo posible para asegurar los intereses de los consumidores occidentales".

La orden de Putin de reducir la producción se justificaría en la limitada capacidad de refino de Rusia, que teóricamente le obliga a reducir el flujo de crudo si sus exportaciones se reducen. Un tercio de esas exportaciones, 1,2 millones de barriles diarios, se canaliza a través del el oleoducto de la Amistad.

La decisión de Putin puede verse desde la lógica productiva pero también, vista la utilización que viene haciendo de la energía, desde la óptica de la estrategia política. Sea por necesidad, por audacia o por ambas, la maniobra vuelve a subrayar el poderío ruso en esta materia... Y la debilidad de la Unión Europea.

Frente a la agilidad y capacidad de sorpresa de Putin, las instituciones comunitarias hacen lo que pueden cuando pueden. El comisario de Energía, Andris Piebalgs, decidió ayer convocar para mañana una reunión "urgente" del Grupo de Aprovisionamiento de Petróleo, formado por los responsables de las reservas de oro negro de los Veintisiete más los representantes de la Comisión, de la presidencia de turno de la UE (Alemania) y, si se ve necesario, de la industria y de países terceros en calidad de invitados. El objetivo es "evaluar" el impacto y "estudiar" soluciones ante el corte del suministro ruso a través de Bielorrusia, cuyo efecto en Alemania, Polonia, Hungría, Eslovaquia y Chequia empieza a angustiar a la UE. Los Veintisiete examinarán posibilidades alternativas de provisión, básicamente a través de barcos petroleros, antes de plantearse la habilitación y posible tráfico de reservas estratégicas de los socios.

Bruselas intenta despejar las dudas de los inversores sobre las políticas para la energía

Europa necesita inversiones por un total cercano al billón de euros a lo largo de los próximos veinte años, según cálculos del Ejecutivo comunitario, para hacer frente a sus necesidades de consumo e infraestructuras de energía. Parte de los desembolsos más urgentes permanece congelada o retenida a la espera de que las instituciones europeas y los socios de la Unión definan las líneas maestras, prioridades y limitaciones de sus políticas sobre mercado, vías de transporte y suministro, fuentes y proveedores, penalización de emisiones contaminantes, papel de las energías renovables y a la opción nuclear... Despejar la incertidumbre sobre todo ello y desbloquear así las inversiones pendientes constituye uno de los principales objetivos de la ambiciosa propuesta sobre "Revisión de la estrategia energética" que la Comisión Europea presentará hoy a bombo y platillo.

La propuesta consistirá en un total de diez comunicaciones dirigidas al Consejo Europeo para que, en la cumbre de marzo próximo, los líderes de los Veintisiete adopten decisiones claras y concretas con las que elaborar leyes comunitarias vinculantes. Es la forma de sortear la falta de competencias reales de la UE en la materia para hacer frente a los cada vez más agobiantes desafíos planteados por la creciente dependencia exterior de Europa en este campo y por situaciones como las ocasionadas por las guerras del gas y del petróleo entre Rusia y algunas ex repúblicas soviéticas.

La Comisión presentará su paquete tras una reunión que se prevé difícil. Los jefes de gabinete de los comisarios se pasaron anteayer seis horas discutiendo los borradores, y aún así dejaron abiertos cinco puntos sensibles: cómo y hasta qué punto imponer una separación en la propiedad o el control real de la producción y la distribución de energía, separación sin la cual la libre competencia se está haciendo imposible; dónde colocar el límite a las emisiones de CO2; en qué cuantía y de qué modo fijar objetivos en la proporción de consumo de energías renovables; idem para el uso de biocarburantes, que se trata aparte por ser la única alternativa viable al petróleo en el transporte, al menos a corto plazo; y qué competencias conferir a un futuro regulador europeo.

No es descartable que los comisarios discutan también la cuestión nuclear. La Comisión recordará que los Estados mantienen íntegra su capacidad soberana sobre la cuestión y por tanto no podrá formular recomendaciones muy explícitas. Hará, eso sí, una "presentación factual" que, si se mantiene el último borrador, y tal como fuentes de la Comisión reconocieron ayer, "pone más énfasis en señalar las ventajas que no los inconvenientes" de esta opción tan firmemente apoyada por París como rechazada por Viena, por citar dos posiciones extremas. Las presiones industriales a favor de la energía nuclear se hacen más y más evidentes en Bruselas.

Los precios aceleran su caída a cotas del 2005

Las cotizaciones de las diferentes variedades de petróleo aceleraron ayer su retroceso, por debajo de los 55 dólares, por vez primera desde junio del 2005. La corrección, una caída del 12% en nueve días, se explica por la suavidad del invierno en el primer mercado mundial de gasóleo de calefacción, Estados Unidos, con un recorte de casi un 33% de la demanda.

El crudo ligero cayó un 3,9% hasta 53,88 dólares y el barril de Brent un 3,5% (53,63 dólares). El fuerte crecimiento mundial, las tensiones en Oriente Medio y las restricciones rusas quedan en un segundo plano.