El régimen de Alexander Lukashenkono sólo tendrá que preocuparse de la disidencia democrática interna. Ahora tiene un problema económico incluso más grave que las manifestaciones de la última semana. Rusia ejerce su poder como imperio energético y ha anunciado que el gas que vende a Minsk puede dispararse de precio.

En Rusia se saben muy bien el dicho de quien bien te quiere te hará llorar, y lo han aplicado a sus vecinos y hermanos bielorrusos de forma contundente. La empresa estatal del gas, Gazprom, ha recordado al Gobierno de Minsk que tiene que pagar el gas a precios europeos. La advertencia llega sólo dos semanas después de las elecciones presidenciales en Bielorrusia, de las manifestaciones de la oposición y de la represión contra los revoltosos, de los cuales medio millar permanece en la cárcel.

Bielorrusia era la única ex república soviética a la que Rusia no elevó el precio del gas el año pasado. Además de cuestiones económicas, en esta decisión podía haber también motivaciones políticas por el giro hacia occidente de Ucrania, Georgia y Moldavia. Por eso se especulaba con la idea de que Rusia no presionaría así a Bielorrusia, cuyo régimen se apoya en el Kremlin ante la presión de Europa y EE. UU.

Actualmente, Gazprom suministra gas al país, a través de la compañía Beltransgaz, a un precio de 47 dólares por cada mil metros cúbicos. Las nuevas tarifas que quiere Rusia provocaron en diciembre el enfrentamiento comercial con Ucrania. Rusia cortó el 1 de enero el tránsito de gas por territorio ucraniano, lo que generó pánico en los países europeos. La guerra del gas se solucionó tres días después, cuando se fijó un precio de venta de 95 dólares, el doble de lo que hasta entonces pagaba Ucrania.

Alexei Miller, presidente de Gazprom, dijo el jueves que hay que elevar el precio hasta "el nivel europeo correspondiente". Un aviso antes de sus reuniones con el ministro de Energía bielorruso y el director general de Beltransgaz. La cifra es orientativa, ya que los países de la UE pagan el gas ruso muchísimo más caro: a 235 dólares.

La presión económica procedente de Rusia se suma a la presión política desde occidente contra Lukashenko, bautizado por EE. UU. como "el último dictador de Europa". La presidencia de turno de la UE, que ejerce Austria, pidió ayer la excarcelación de todos los manifestantes que permanecen en prisión. Entre ellos, se encuentra uno de los rivales de Lukashenko en las elecciones, Alexander Kazulin, que ya ha sido condenado por gamberrismo a 15 días de cárcel.

"Actuando así, el régimen bielorruso ha dado un paso más fuera de los valores y el respecto a la ley que son el fundamento de la sociedad europea", recordó Ursula Plassnik, ministra de Exteriores austriaca. Y anunció que el 10 de abril el Consejo Europeo podría tomar "medidas restrictivas" contra los responsables del fraude electoral que permite a Lukashenko mantenerse en el poder. De la misma manera se pronunció ayer la OTAN, que rechazará cualquier trato con los oficiales responsables de la represión.

Tampoco está claro que los gobiernos de Rusia y Bielorrusia se quieran tanto como parece. La Unión Rusia-Bielorrusia, que desde 1996 supone unos lazos económicos, políticos y militares muy cercanos, se ha ralentizado en parte por las pretensiones de poder del presidente bielorruso. Y en cuanto a la subida del precio del gas hay de por medio una promesa incumplida del Gobierno de Minsk. Los dos países acordaron que Bielorrusia vendería el 50% de Beltransgaz a Gazprom. Pero los rusos valoran la empresa en 500 millones de dólares y los bielorrusos en 2.500 millones.