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30/11/2006 | La guerra de los espías envenena Moscú

Gonzalo Aragones

Con la psicosis radiactiva campando en Londres y la costumbre de relacionar todas las conspiraciones con el Kremlin, no resultó ayer nada extraño que las emisoras de radio comenzasen a lanzar la noticia en cuanto creyeron oír la palabra mágica: ¡veneno!

 

El ex primer ministro ruso Yegor Gaidar, considerado el padre de las privatizaciones poscomunistas, se encuentra en una clínica de la capital rusa recuperándose de una extraña dolencia que comenzó el viernes pasado, un día después de la muerte en Londres de Alexander Litvinenko, un ex agente de los servicios secretos rusos (el FSB, ex KGB) que cambió la Rusia de Putin por el exilio del oligarca Boris Berezovsky.

La radio Eco de Moscú despertó a la capital rusa con una noticia explosiva que la víspera por la noche había publicado el Financial Times.El rotativo apuntaba que el ex político pudo haber sido envenenado según supo por boca del mismo Gaidar, a quien la muerte le pasó rozando el 24 de noviembre en Dublín (Irlanda), donde estaba presentando su nuevo libro, Muerte del imperio: lecciones para la Rusia moderna."Los médicos aún no pueden determinar la razón de lo ocurrido", explicaba ayer su hija Maria a la emisora.

La organizadora de la conferencia, Yekaterina Genieva, ya notó que Gaidar se encontraba pálido antes de ocupar la tribuna de oradores. No pudo hablar ante los presentes y de repente abandonó la sala. "Corrí tras él y le encontré en el suelo sin conocimiento. Le salía sangre de la nariz y había vomitado sangre", declaró Genieva al Financial Times."Estuvo tres horas inconsciente y los médicos temían por su vida. Ahora su situación es satisfactoria y ha estado hablando, pero parece que está muy mal, pálido y delgado", detalló ayer Maria Gaidar, que lidera el movimiento liberal juvenil Da, crítico con el Kremlin.

La coincidencia de fechas con el caso Litvinenko dejaba ayer pocas salidas a los sectores oficialistas rusos, sabedores de que las sospechas de Occidente van a seguir cayendo sobre el Gobierno y la Administración. Ysi en aquella ocasión el exilio de Londres, apoyándose en la última carta del ex agente, culpaba directamente al presidente Vladimir Putin de su probable envenenamiento, la guerra de espías se ve de otra manera en este lado.

Anatoli Chubais, antiguo colaborador en el gobierno de Gaidar y un superviviente que en la era Putin mantiene un gran poder al frente de Sistemas Energéticos Unidos (el monopolio de la electricidad de Rusia), alimentó ayer la teoría del veneno y acusó a fuerzas alejadas del poder que no verían con malos ojos un golpe de Estado. "Gaidar estuvo al borde de la muerte. ¿Pudo haber ocurrido por una enfermedad natural? A juzgar por lo que dicen los mejores médicos que conocen la situación de primera mano, la respuesta es que no - aseguró-. El triángulo mortal Politkovskaya, Litvinenko y Gaidar habría sido muy tentador para algunas personas que están buscando un cambio inconstitucional y por la fuerza en Rusia". Chubais relacionaba de esta manera el probable envenenamiento de Litvinenko con la dolencia de Gaidar y el asesinato de la periodista Anna Politkovskaya, el 7 de octubre.

El presidente del monopolio eléctrico descartó la teoría que más se lee entre líneas en esta película de espías: la implicación de los servicios secretos rusos. Para Chubais, de ser cierto, "en Moscú habría sido mucho más fácil y más cómodo que en Dublín". Él mismo sufrió un intento de asesinato el año pasado, cuando el coche blindado en el que viajaba fue atacado con armas de fuego.

El Gobierno de Rusia ha rechazado categóricamente cualquier implicación en la muerte de Litvinenko. Para el Kremlin, este caso se está utilizando para desprestigiar a Rusia y a su presidente. Serguei Mironov, líder del segundo partido del poder, el Partido de la Vida, y presidente del Consejo de la Federación (Cámara Alta del Parlamento), señaló ayer que tanto el asesinato de Politkovskaya como la muerte de Litvinenko se produjeron dos días en los que Putin se encontraba fuera del país. "No creo en este tipo de coincidencias", aseguró. Desde el partido que cofundaron Gaidar y Chubais, la liberal y opositora Unión de Fuerzas de Derechas (SPS), se acusó ayer a elementos sin identificar que querrían utilizar los actuales hechos para perjudicar a Putin.

Incluso el diario económico Kommersant,en la órbita de la oposición y hasta hace meses bajo el control de Boris Berezovsky - el oligarca por excelencia, protector de Litvinenko-, señalaba tímidamente hace días un dato que tener en cuenta. El ex agente del FSB sufrió el supuesto envenenamiento el 1 de noviembre, pero sólo tuvo resonancia internacional más de dos semanas después, cuando el 20 de noviembre el Gobierno de EE. UU. se interesó por el caso y pidió información a Gran Bretaña. Sólo entonces se empezó a conocer esta trama, a investigar los pasos de Litvinenko hasta su intoxicación - con un isótopo radiactivo llamado polonio 210- y a descubrir que horas antes se había reunido con un supuesto professore italiano - con información confidencial propia de un agente doble o triple- y con un antiguo compañero de armas, Andrei Lugovoi, dedicado ahora a negocios propios. El primer titular de Kommersant sobre el tema es todo un editorial: "A Rusia le envenenan la política exterior".

Con Gaidar convaleciente, falta todavía mucho para que la película de espías termine. El misterio es incluso mayor si empezamos a conjeturar. El ex primer ministro, de 50 años, está retirado de la política, dedicado a sus libros. Él y Chubais son los principales responsables de las reformas económicas de los primeros años noventa, el nacimiento de la nueva Rusia y el incipiente capitalismo moscovita. Con las privatizaciones de entonces se ganaron el odio del pueblo y no pocos enemigos. Además, entre Gaidar y Litvinenko aparece un eslabón, un hombre, Andrei Lugovoi. También antiguo espía del KGB, se reunió con Litvinenko en Londres un día antes de que éste fuera supuestamente envenenado. Y en ocasiones trabajó como guardaespaldas de Gaidar.

La Vanguardia (España)

 


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