En Italia, tierra de violenta sismicidad, sus  dirigentes muestran buen olfato para anticiparse a los terremotos políticos. El país puede estar viviendo - quizás-la fase crepuscular del berlusconismo. Ante la inevitable sacudida telúrica y el incierto escenario del día siguiente, muchos toman posiciones. Gianfranco Fini, presidente de la Cámara de Diputados y virtual delfín de il Cavaliere en el centroderecha, adopta una actitud de calculada distancia, cuando no de indisimulada crítica u oposición al primer ministro. Esta estrategia exaspera a los propagandistas más entusiastas de Berlusconi, que arremeten contra Fini con acerados ataques, casi a diario, y crean una tensión perpetua en la mayoría parlamentaria que sostiene al Gobierno.

Leer Il Giornale,el periódico propiedad del hermano de Berlusconi y ariete en la defensa del primer ministro, es un ejercicio insólito en una democracia europea. Resulta chocante que un medio tan próximo a il Cavaliere lance invectivas continuas contra el hombre que, en principio, está en mejores condiciones para sucederle al frente de su partido, el Pueblo de la Libertad (PdL).

La pasada semana, Il Giornale acusó a Fini, con titulares de portada, de confabularse con el presidente de la República, el ex comunista Giorgio Napolitano, para "secuestrar" políticamente a Berlusconi, de "ponerle palos en las ruedas", de "ambigüedad" traicionera, de querer empujarlo hacia el abismo de los procesos judiciales.

El periódico, con ironía o abierta voluntad de hacer daño, ha recordado las profundas mutaciones en la carrera de Fini, que lo han llevado desde el neofascismo ("Mussolini fue el más grande estadista del siglo", dijo aún a principios de los años noventa del siglo pasado) hasta un centrismo liberal moderado.

Fini, de 57 años y ex líder de Alianza Nacional (AN), ha sido un aliado de Berlusconi desde que este llegó por primera vez a la jefatura del Gobierno italiano, en 1994. Entre el 2001 y el 2006, fue viceprimer ministro y, durante un tiempo, también titular de Exteriores. En marzo del presente año, AN se disolvió para integrarse en el nuevo PdL.

El tándem Berlusconi-Fini no evita diferencias en cuestiones clave como la política de inmigración, el testamento vital (la ley sobre el trato a los enfermos terminales) o los derechos de los homosexuales. Fini suele adoptar líneas más liberales y centristas que el grueso del PdL, hasta el punto de especularse que, en el posberlusconismo, podría sumarse a una nueva plataforma ya bautizada como "gran centro".

Fini acaba de publicar un libro, Il futuro della libertà,en forma de carta a los jóvenes nacidos en 1989. Se trata del claro manifiesto de alguien que aspira, más pronto que tarde, a ser el número uno. El libro consolida al Fini más moderado, pero también sospechosamente olvidadizo. Traza un análisis lúcido y demoledor de los totalitarismos, aunque centrándose en el nazismo y el comunismo, mientras que pasa de puntillas sobre el fascismo italiano y calla sobre sus largos años como admirador de il Duce.