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11/08/2009 | Brasil cultiva su nueva clase media

Andy Robinson

El ex ´ministro de Ideas´ del presidente Lula aboga por crear un nuevo tejido empresarial basado en pymes y no en gigantes agroindustriales.Robert Mangabeira Unger, ex ministro de Asuntos Estratégicos de Brasil, explica a "Dinero" su particular proyecto para un nuevo Brasil en el que el tejido empresarial esté integrado por pequeñas y medianas empresas y no por gigantes agroindustriales y en el que exista una nueva y extensa clase media.Unger: "Jamás vamos a ser innovadores y rebeldes mientras dependamos de los caprichos globales".

 

Era una imagen que resumía, a su manera, las prodigiosas ambiciones y las contradicciones del nuevo Brasil. Robert Mangabeira Unger, ex ministro de Ideas del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, explicaba su visión para la transformación del campo brasileño a una familia de campesinos, niños incluidos, miembros de una cooperativa en el estado de Paraná, tan verde como los valles de Massachusetts, donde Unger, catedrático de la Universidad de Harvard, ha pasado la mayor parte de su vida. Recorriendo una granja que se encontraba al inicio de la modernización - ya con sistemas mecanizados de producción de leche y un almacén lleno de pollitos recién nacidos-,Mangabeira Unger, presentó, en un portugués con deje inglés, su proyecto para un nuevo Brasil y una nueva izquierda, que deje de imitar el modelo coreano de políticas industriales y gigantes exportadoras. "Queremos usar el Estado para superar la brecha entre la granja de familia y la granja empresarial; por el momento el Estado sólo ayuda a las grandes empresas de la agroindustria", afirmó. El 18% de los 190 millones de brasileños que aún viven en el campo y la creación de pymes productivas son las únicas alternativas - explicó-a otra migración a las megalópolis de las costas y a la terrorífica desigualdad económica de Río y São Paulo.

Todo esto forma parte de lo que Unger - que ahora asesora al candidato de Lula a las elecciones, Dilma Rousseff, tras abandonar el gobierno en junio-cree que es el gran reto de Brasil en un momento en el cual la potencia latinoamericana empieza a flexionar los músculos tanto económicos como geopolíticos. Como consolidar la nueva clase media y crear una generación de empresarios. El modelo actual ha creado campeones nacionales en el sector agroindustrial y de commodities.Sadia, la enorme exportadora de alimentos procesadas y congelados; JBS, Bertin y Marfil, líderes mundiales de exportación de carne de un país con 200 millones cabezas de vaca; Aracruz, la multinacional de celulosa; Votorantim, el holding minero que exporta aluminio, zinc, níquel y acero. Todos son beneficiarios de la insaciable demanda china de materias primas y, sobre todo de alimentos básicos.

Brasil ya es el segundo productor de alimentos del mundo tras EE. UU. y, con una superficie tan grande como este y una densidad de población siete veces inferior a la de China, tiene recursos para ser granero, ganadero, minero y petrolero de China a la vez que cultiva la caña de azúcar necesaria para ser autosuficiente en combustible para automóviles. Todo esto ha resultado decisivo para salir de la crisis. Las exportaciones de carne, soja, azúcar, celulosa y otras materias primas, principalmente a China, se han disparado en los últimos meses.

La fuerza del sector de commodities y la expansión del mercado interno - aún bastante protegido por aranceles del 13%-han generado un crecimiento razonable aunque no espectacular en Brasil del 3% al 4% anual en lo que va de década. Con políticas macroeconómicas - disciplina fiscal, tasas de cambio flexibles y ortodoxia monetaria-hechas a la medida de los mercados de capitales internacionales, el Brasil de Lula es el predilecto de los economistas de Wall Street y Madrid. Y con subidas de 25% del salario mínimo más la creación de una red de protección social - concretamente Bolsa Familia, un programa antipobreza que paga 40 euros al mes a 11 millones de familias-,Brasil empieza a deshacerse de su imagen de país de ricos y pobres. Según la Cepal, casi 13 millones de brasileños han abandonado la pobreza desde el 2003.

Esta nueva clase media brasileña de creciente poder adquisitivo, al menos antes de la recesión, explica las apuestas, en Brasil, de multinacionales españolas como Telefónica y Santander. "Las clases medias seguirán creciendo; se va a duplicar la renta per cápita media", dice José Juan Ruiz del Banco Santander, entidad que pondrá a prueba su optimismo sobre Brasil con una ampliación de capital por mas de 5.000 millones de euros en su filial brasileña Banespo.

La banca pública brasileña y, sobre todo, el enorme banco de desarrollo BNDSA, con más capital que el Banco Mundial, han resultado decisivos para la resistencia brasileña, así como la potenciación de las nuevas multinacionales en las que suele participar, explica José Carlos Miranda , director brasileño del Banco Interamericano de Desarrollo. Goldman Sachs advierte una simbiosis entre Brasil y China, en la que la nueva clase media brasileña consume manufacturas chinas y la agroindustria brasileña abastece las nuevas clases urbanas chinas. La OCDE coincide en su último informe en que la disciplina fiscal y ortodoxia monetaria brasileña, así como las reservas de divisas sin precedentes de 190.000 millones de dólares (134.000 millones de euros), han amortiguado el golpe de las fugas de capitales en esta crisis."Hay que dejar de pensar en Brasil como un país de jugadores de fútbol; tiene 60.000 pequeñas y medianas empresas brasileñas, es la nueva Alemania", dijo Ruiz.

Pero Mangabeira Unger no lo ve tan claro. "Estamos en el camino de convertirnos en una granja enorme, en una gran mina y en una planta de ensamblaje de tamaño medio", afirma. Al mismo tiempo, la "pseudoortodoxia macroeconómica encorseta el crecimiento". Las políticas expansionistas no pueden ni plantearse debido a "un nuevo patrón de oro que es la confianza de los mercados", añade. La alternativa –una idea que, según Mangabeira, cuenta con el apoyo de Dima Rouseff– se basa en un modelo de desarrollo nuevo mucho más orientado al mercado interno y una nueva economía productiva de empresas pequeñas y medianas imprescindible para consolidar la nueva clase media: "Tradicionalmente sectores avanzados internacionales generan un superávit económico que se usa para financiar programas sociales; esto ya no vale". Hace falta transformar las institucionesymejorar la enseñanza para que la nueva clase media sea emprendedora.

Y lo más atrevido para una izquierda brasileña paralizada por el miedo a los inversores en sus bonos soberanos: "No deberíamos depender de capitales extranjeros, sino elevar nuestro propio ahorro privado y público porque si dependemos del capricho de la confianza internacional, jamás podremos ser innovadores y rebeldes", sentencia.

ENTREVISTA a Roberto Mangabeira Unger, ex ministro de Asuntos Estratégicosde Brasil

"La meta es una especie de Suecia tropical"

 

"Hay que democratizar la economía de mercado: fomentar pymes en vez de grandes empresas"

A los 62 años, Roberto Mangabeira Unger abandonó en junio su cargo de ministro de Asuntos Estratégicos en el gobierno brasileño para regresar a su cátedra en la Universidad de Harvard, donde ha dado clases a Barack Obama. Pero regresará en el 2010, año electoral, probablemente en el equipo de Dilma Rouseff, posible candidata presidencial del Partido del Trabajo, la elegida de Lula.

¿Existe una estrategia para la izquierda en Latinoamérica y en España?

En estos momentos, la izquierda no ofrece ninguna alternativa a la globalización de mercado. Una corriente trata de frenar su avance en el interés de su base tradicional, principalmente la fuerza de trabajo organizada industrial. Otra izquierda acepta la globalización y su ritmo pero trata de humanizarla mediante políticas de protección social. En Brasil la meta es una especie de Suecia tropical. Creo que debería haber una tercera izquierda distinta que supone la reorganización de la economía de mercado para permitir la inclusión y la oportunidad para la mayoría. Para cambiar el rumbo de la globalización. Esto vale no sólo para nosotros, sino también para toda América Latina y, desde luego, para España.

¿Qué crítica le haría a Zapatero?

Zapatero ha tratado de crear una coalición. Por un lado, la vieja base de la izquierda, los insiders de la aristocracia trabajadora mediante una defensa de sus derechos laborales. Por el otro, los defensores de una modernización moral y cultural - los derechos de los gais y de las mujeres-,una política que a veces se convierte en un narcisismo moral. Creo que es una visión empobrecida de lo que la izquierda debería ser. Porque no plantea el desmantelamiento y la reorganización.

¿Por ejemplo?

Primero Zapatero debería cambiar un modelo económico basado en un pequeño grupo de multinacionales neomercantilistas - esa alianza de consejeros delegados, ministros y el rey-mientras ofrece incentivos periféricos a la economía del conocimiento.

Hay que desmantelar todo eso. Porque si tienes a Telefónica y Santander en el centro es imposible crear esas nuevas estructuras de innovación en la periferia. Y todos tenemos que buscar otra forma de integración en la economía mundial según nuestros propios intereses. Sobre todo en América Latina, donde hemos sido tan obedientes respecto a las fórmulas defendidas por las autoridades políticas, académicas y económicas internacionales. Pero se nos ha castigado por nuestro conformismo con una contracción de nuestro porcentaje del PIB mundial. Y en Brasil los políticos no hablan de políticas económicas que no sean de la pseudoortodoxia porque están muertos de miedo. Temen asustar a los mercados internacionales.

¿Qué haría si fuera el próximo presidente?

Hay que democratizar la economía de mercado utilizando políticas industriales para fomentar pymes en vez de grandes empresas. En Brasil, el discurso es francés pero la práctica es coreana. Cientos de miles de empresas no tienen acceso a crédito ni a tecnología. Tenemos que buscar estrategias de competencia cooperativa entre pequeñas empresas ayudada por estrategias de coordinación centralizadas. Hay que transformar la educación pública: rescatar las escuelas que fallan y poner énfasis en la capacidad analítica de resolución de problemas, que es lo que hace falta en la economía de conocimiento.

¿Cambiaría el sistema de representación democrática?

Desde luego tenemos que transformar nuestras democracias y rechazar el modelo de las soñolientas democracias de EE. UU. y Europa. Hay que enriquecer la democracia representativa con democracia participativa y directa. Es decir, una democracia de energía intensiva. Necesitamos financiación pública de campañas electorales. Aprovechar las posibilidades experimentales del federalismo y dejar que determinadas localidades o sectores se excluyan del sistema político general, si quieren.

¿Cuáles son sus planes personales ahora?

Me gustaría que las elecciones del próximo año no fueran un cara a cara estéril entre Serra hablando de gobierno eficiente y Dilma hablando de obras públicas. No es cuestión de cómo asignamos recursos, sino de apoyar a una nueva clase media mestiza, de tez oscura, que viene de abajo.

La Vanguardia (España)

 


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