Con calculada precaución, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, habló sobre la experiencia y enseñanza que dejan los juicios por crímenes de lesa humanidad: con sus "avances y retrocesos" –aseguró en diferentes entrevistas– se han convertido en la mayor investigación planetaria y han permitido establecer hoy un contrato social básico en la Argentina.
Tras hacer un reconocimiento al juez español Baltasar Garzón, Lorenzetti afirmó que "la lucha de mucha gente" –citó a militantes de organismos de derechos humanos, políticos, periodistas, artistas, intelectuales– contribuirá a impedir que de aquí en más desde el Estado (como hizo la dictadura militar entre 1976 y 1983) "se persiga masiva y sistemáticamente a la población civil".
En medio de sus manifestaciones –preludio de la presentación del libro "Derechos Humanos: justicia y reparación", del que es coautor junto con Jorge Kraut–, Sergio Schoklender, ex apoderado de Madres de Plaza de Mayo, una de las entidades que se plantaron con valentía frente al régimen castrense, denunció públicamente a su titular, Hebe de Bonafini. La acusó de financiar campañas electorales del gobierno y de tener una abultada cuenta en el exterior.
El pleito entre Schoklender y su ex protectora Bonafini, por presunto fraude con recursos del Tesoro nacional y lavado de dinero, lleva ya unos meses. Su incidencia en las pasadas internas obligatorias y simultáneas del 14 de agosto, como se pudo constatar, fue prácticamente nula.
Pero el cambio de actitud de Sergio –quien con su hermano Pablo purgó una larga condena por el asesinato de sus padres– y su estrategia mediática reinstalaron el debate sobre Madres, una de las organizaciones más emblemáticas, que sólo cedió en su intransigencia cuando se acercó a la administración de los Kirchner. Las portadoras de los pañuelos blancos se introdujeron, de la mano de un extraño a la gesta reivindicatoria, en un negocio ajeno a su cometido ético: la construcción de viviendas destinadas a sectores desamparados de la población.
Además del libro, que será presentado el 27 de este mes, Lorenzetti fue interrogado sobre múltiples temas: inseguridad, caso Candela, Riachuelo, críticas a los poderes. Pero nadie le preguntó acerca de cómo podría afectar Schoklender (a quien Hebe desmintió y llamó "traidor") a la reputación de Madres que, según la consigna popular, ¿no se mancha?
Fuentes del alto tribunal señalaron a "Río Negro" que se trata de un hecho puntual a resolver por el juez federal Norberto Oyarbide y que "no se deben mezclar las cosas". El trabajo jurídico de Lorenzetti pretende desentenderse de la batalla electoral en desarrollo. Según sus voceros, "marca un punto de inflexión" y desnuda un pasado terrorífico, cuya magnitud es desconocida por muchos jóvenes nacidos en democracia. Y así como el candidato presidencial radical Ricardo Alfonsín indicó que para él Schoklender "no tiene ninguna credibilidad", la aspirante a diputada Patricia Bullrich se enancó en la presentación del parricida para darles vida a sus cuestionamientos por actos de corrupción en la esfera pública. Esta vez sin el acompañamiento de Elisa Carrió.
Sectores empresarios y diplomáticos, consultados por este diario, siguen atentamente las alternativas del caso Schoklender-Bonafini, habida cuenta de que la oposición a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner no encuentra botes salvavidas que la salven del naufragio provocado por las PASO. Sin embargo, no sobreestiman el episodio ni creen que vaya a alterar el rumbo político con castigos ejemplares para autores de secuestros, torturas y asesinatos.
Lorenzetti se ocupó de iluminar la historia negra, en cuyo esclarecimiento tuvieron mucho que ver: los organismos defensores de derechos humanos, Garzón, el juzgamiento a "las Juntas", el informe de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (Conadep), la derogación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y los indultos de Carlos Menem, y la reapertura de los juicios sin normas especiales y respetando el debido proceso.
El enfoque del cortesano es positivo. Tiene una dimensión futurista. "Hay que educar para que el totalitarismo y el terrorismo de Estado contra los que piensan diferente no renazcan". Lorenzetti promovió la discusión y el conocimiento para que la sociedad "no se adormezca y tolere lo intolerable". Y aclaró, dado que hay múltiples procesos en todo el país, que los juicios de lesa humanidad son restrictivos, una excepción a la regla: "Acá no hay prescripciones... no hay amnistía ni perdón".