Si alguien pensaba que se venían tiempos serenos al cabo de una década de gobierno kirchnerista, en vísperas de las elecciones de medio turno que sopesarán en la balanza de la democracia las fuerzas políticas, se equivocó.
Si hay equilibrio entre los contendientes, no se nota. En su propósito de "empoderar al pueblo" y darle continuidad "a las grandes transformaciones" (tras aclarar que "no es eterna, ni lo quiere ser"), la presidenta Cristina Fernández busca despejar las dudas en la propia tropa, mientras comienza a efectuar cambios de gabinete y ordena a los más leales, con la juventud como "vanguardia y retaguardia", aceitar lazos con gobernadores e intendentes.
Diez años de gestión, con aciertos y errores y la decisiva pérdida de su compañero, el expresidente Néstor Kirchner, provocó un desgaste natural y exasperó a una parte de la población que no comparte medidas económicas, ni modos que tilda de autoritarios, e incluso la sustancia y la dirección de un proyecto que –no se oculta– se busca prolongar más allá del 2015.
Las últimas semanas se han visto sacudidas por denuncias de corrupción contra empresarios amigos del oficialismo. También, por el rechazo opositor a los intentos por reformar la Justicia (en especial el Consejo de la Magistratura a través del voto popular de algunos de sus miembros) y por avanzar contra la libertad de expresión, cometidos en el que se han mancomunado dos potenciales competidores: el jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, y el mandatario de Córdoba, José Manuel de la Sota.
Las iniciativas del Ejecutivo, hasta las más polémicas (lo es el blanqueo de capitales en moneda extranjera, recientemente aprobado), prosperan en el Congreso, dado que el Frente para la Victoria (FpV) y sus aliados dominan los números. Los partidos adversarios logran unirse para hacer escuchar severas objeciones, pero entran en el desconcierto total a la hora de articular un polo alternativo al actual modelo.
Dado que en octubre (después de las internas abiertas y obligatorias de agosto) se renueva la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio de la de Senadores, la pelea estará concentrada en los distritos, donde hay realidades muy dispares y contradicciones domésticas, muchas de las cuales surgen de los excesivos personalismos.
En el oficialismo, por caso, son inocultables los cortocircuitos de Cristina con el bonaerense Daniel Scioli, a quien castigó con dureza verbalmente el jueves pasado en Lomas de Zamora, aunque su filípica también pudo estar dirigida al ubicuo Sergio Massa. ¿El pecado del excampeón de motonáutica? Además de coquetear con "las corporaciones" y no defenderla de "los peores agravios y descalificaciones", es haber anunciado por la tapa de "Clarín" su aspiración a sucederla si no prospera la re-reelección.
La provincia de Buenos Aires es clave, pues a priori Capital Federal, Córdoba, Mendoza y Santa Fe son refractarios a los K, aunque la taba podría darse vuelta en el Estado del litoral, ahora que fue sacado de carrera Agustín Rossi (será el ministro de Defensa), dejando el terreno expedito para los más taquilleros, María Eugenia Bielsa y Jorge Obeid.
Los enredos son mayúsculos, igualmente, en la ciudadela de la centroderecha. Macri trata de recomponer con su exaliado Francisco De Narváez, asumiendo un liderazgo al que le cuesta exceder los límites del PRO. De hecho, recibió un rechazo explícito del peronista De la Sota. Habrá que esperar todavía algunos días para que se despeje el panorama, que depende bastante de los pasos que vayan a dar, o no, cada uno por su lado, Scioli y Massa. Ambos son vistos hoy como candidatos todo terreno.
Los que se regodean con el "fin de ciclo" del cristinismo deberían tomar nota de la ofensiva que llevan adelante funcionarios como Axel Kicillof, determinante en el área energética; Guillermo Moreno, motor del control de precios de 500 artículos de la canasta básica; Julio De Vido y Juan Manuel Abal Medina.
Precisamente De Vido y Abal Medina vienen dando directivas y orientaciones en el marco de un plan quinquenal y de obras inmediatas en municipios de todo el país. Sin diferenciar "colores políticos" (pese a que en la última reunión de gobernadores no se invitó ni a Scioli ni al insubordinado santacruceño Daniel Peralta), estas fueron algunas de las consideraciones que formularon, mientras se esperan los nombres de los distintos candidatos:
• Si Cristina no es habilitada para ir por la reelección, "igual será la conductora, ocupe el lugar que ocupe".
• El desafío "es ganar una década más", o "varias décadas más".
• Se recobró la "autoestima" nacional y se trabajará con los intendentes, "primera trinchera, primer mostrador de los reclamos del pueblo".
• "Las trabas las ponen los sectores privilegiados".
• La presidenta "necesita todo el poder legislativo posible".
• (Julio) Cobos "le pegó un golpe a la concertación", pero igual es un éxito que se puede exhibir con mandatarios como Gerardo Zamora, Maurice Closs y "la coordinación" entre Alberto Weretilneck y Miguel Pichetto, en Río Negro.
• "El país festejó el 25 de mayo", contrariando "el relato de los que nos quieren hacer creer que todo está mal y que no tenemos futuro".