Ocurre que el esquema político está polarizado y se respira confrontación. Las partes se azuzan, con referencias a calas y enfermedades mentales, aunque los más racionales (que también tiran de la cuerda) procuran que la disputa se aleje tanto de los cementerios como de los manicomios.

Los números de las PASO, la prueba que posicionó a los competidores, sirven de tendencia para la elección legislativa de medio turno del 27 de octubre, en la que deberán renovarse la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio de la de Senadores.

Del lado del oficialismo, la protagonista principal de la campaña, Cristina Fernández, cosechó críticas de toda la oposición cuando en su parcializada evaluación ignoró a las fuerzas democráticas que participaron de la compulsa y convocó a dialogar de problemas concretos a "los verdaderos dueños de la pelota" en "una mesa grande".

Fue despectiva con su exjefe de Gabinete, Sergio Massa, cabeza de la lista que aventajó a la del Frente para la Victoria (FpV) en la provincia de Buenos Aires por más de cinco puntos. Lo tildó, sin llamarlo por su nombre, de representante de intereses liberales que contradicen un "modelo" que optó por convivir con una inflación superior al 20%, aplicar el cepo cambiario y no tomar deuda financiera.

Secundada por gobernadores e intendentes, Cristina desafió a "hablar en serio" a banqueros (citó a Alberto Brito), industriales y "compañeros" de la CGT Balcarce que conduce el metalúrgico Antonio Caló y empezó a organizar un encuentro para esta semana en Santa Cruz.

"No mentimos, no nos disfrazamos ni prometeremos jamás cosas que no se puedan cumplir... tengamos la fuerza militante de ir casa por casa... donde haya errores, los corregiremos, porque no somos obcecados ni tontos".

Las entidades que aglutinan a esos tres sectores que, con el Estado, constituyen una suerte de consejo económico y social nonato, dieron señales de aceptar el convite.

Mientras tanto, los partidos "ninguneados" que se encuentran en proceso de recomposición intensifican sus respectivas estrategias para restarle predominio parlamentario al kirchnerismo desde diciembre y generar al mismo tiempo propuestas alternativas de recambio institucional.

El peronismo que, con sus diferentes y heterogéneas expresiones, se manifiesta como el movimiento mayoritario de la sociedad y que en esta instancia, a casi 40 años de la desaparición física de su líder, no practica el verticalismo ciego, se apresta a encarar, con cierto apresuramiento, la sucesión.

Inhabilitada a ir por un nuevo período, la presidenta no tiene un heredero que conforme a los más fanáticos. A su lado conserva al gobernador Daniel Scioli, quien deberá esmerarse en octubre para acortar la diferencia que Massa le lleva a Martín Insaurralde si quiere mantenerse en la pole position para el 2015. No es el que prefieren los ultra, aunque es el mejor parado para hacer frente a los embates anti-K.

En declaraciones periodísticas, Scioli ratificó sus pretensiones y propuso dirimir las aspiraciones personales en una gran interna justicialista. Rechazó planteos "demagógicos" y se ubicó en la línea de escuchar y "corregir lo que haya que corregir por el bien de la gente".

Dado lo mucho que falta para la renovación en el Poder Ejecutivo, no quedó claro si el desafío de Scioli es a un candidato nominado por Cristina y también a Massa, quien en esta coyuntura armó el Frente Renovador por fuera de la estructura del FpV y señaló no estar dispuesto a volver al redil K.

Massa y sus economistas elaboran múltiples proyectos y se fijan la meta de alcanzar el 40% en octubre en el territorio bonaerense. Él no se enreda en la polémica con la presidenta. Deja eso para sus adláteres. E insiste, con el fin de captar el voto de los kirchneristas arrepentidos, en que no es un revolucionario ni adhiere a la teoría del péndulo. Esto es, ofrece preservar aspectos centrales de la década, dejar de mirar al pasado, no atacar a la Justicia y darles un corte a los excesivos controles monetarios. Además, elabora un plan para combatir la inseguridad.

Un tema volcado en la calle por manifestantes contrarios al gobierno gira alrededor de un mal sistémico, la corrupción. Hasta aquí, Massa prefirió no ahondar en el urticante asunto que pone contra las cuerdas a exfuncionarios y actuales. Es que en su elenco tiene a muchos que no fueron ajenos de la administración kirchnerista, como insiste en machacar la radical Margarita Stolbizer