Le costó, pero terminó asimilando la información y el revoltijo armado en el peronismo por la irrupción del intendente de Tigre, Sergio Massa. Y, con tono aplacado que no le impidió aludir "a las balas de tinta mediáticas que intentan derrocar gobiernos populares", la presidenta Cristina Fernández tomó algunas decisiones de peso tras dialogar no con fuerzas políticas sino con "titulares" de corporaciones banqueras, empresarias y sindicales.

He aquí algunas de las trascendentes, en camino a la renovación legislativa del 27 de octubre:

• Eliminación de la cláusula cerrojo del canje de la deuda externa, para salir de la zona de jaque mate, en la que se encuentra en tribunales norteamericanos por presión de los "fondos buitres" que acumulan reclamos por un 7% de bonos contra la Argentina. La voluntad manifestada, pese a la lógica desconfianza de los mercados, es negociar y pagar.

• Para aliviar las demandas económicas de trabajadores y jubilados, modificación del impuesto a las Ganancias. Un millón y medio de los que no superan ingresos de 15.000 pesos mensuales estarán exceptuados de ese gravamen a partir de hoy.

• Martín Insaurralde, primer candidato a diputado en la estratégica provincia de Buenos Aires, aceptó debatir sobre la inflación y el secretario Sergio Berni puso en el tapete los problemas de inseguridad y ya no insistió, como habían hecho otros exfuncionarios, en que se trata de una sensación inocua para la población.

• Puesta en marcha del acuerdo petrolero entre YPF y la estadounidense Chevron, a pesar de los violentos incidentes en Neuquén que, según el gobernador Jorge Sapag, fueron desatados por elementos "ultras" que sólo ponen "palos en la rueda" y, al buscar impedir extraer la riqueza del subsuelo, impulsan un ajuste ortodoxo al que se niega.

En este contexto de descompresión, no extensivo hasta ahora a entidades rurales ni a grupos periodísticos como "Clarín", también la presidenta habría instruido al canciller Héctor Timerman, ante la falta visible de resultados, para "desengancharse" del memorando de entendimiento con Irán, que ensayó una vía para esclarecer el atentado contra la AMIA, en 1994, sin contar con el respaldo de la oposición ni de las principales entidades israelitas locales.

Según pudo saber "Río Negro", se hicieron consultas al fiscal federal Alberto Nisman, quien tiene una posición muy crítica con respecto a Irán, a quien califica de Estado "terrorista".

Poco trascendió de esas reuniones. Sin embargo, en el nuevo cuadro geopolítico, con la administración de Barack Obama apuntando contra Siria, la presidenta estaría evaluando seriamente la falta de respuesta de Irán para interrogar en Teherán a los sospechosos del ataque y constituir una comisión de la verdad integrada por juristas prestigiosos.

"Tendimos nuestra mano y nos desairaron", comentó una fuente diplomática interesada en recomponer las relaciones con la comunidad internacional y, en especial, tender puentes con los estamentos decisorios de los Estados Unidos, entre ellos la Corte Suprema, que podría llegar a considerar el caso de los holdouts.

El tema se maneja en la mayor de las reservas. De no producirse novedades altisonantes en las dos primeras semanas de septiembre, la palabra definitiva de Cristina se escucharía en la 68ª asamblea general de las Naciones Unidas, que tendrá lugar en Nueva York a partir del 17 de este mes.

Cristina advirtió que los cambios y correcciones, en su afán de detener la caída registrada en octubre (aún así mantuvo un núcleo duro de adherentes que ronda el 26% del total nacional), no se harán a expensas de un nuevo endeudamiento ni de una devaluación brusca del peso.

Por supuesto, el propósito de suavizar la convivencia interna chocará con el desarrollo de la campaña, en la que además del posicionamiento de Massa, en el peronismo, renace la posibilidad de un armado progresista en torno del socialista Hermes Binner y el radical Julio Cobos.