El romance o desamor entre la presidenta Cristina Fernández y el gobernador Daniel Scioli se parece mucho al cuento de la buena pipa. Los sucesivos capítulos, con actores de reparto que alguna vez vibraron con los sones kirchneristas (Julio Cobos, Alberto Fernández y Hugo Moyano, por citar algunos), empequeñece a la oposición que, como confesó un dirigente del peronismo disidente a "Río Negro", se ha convertido en deudora morosa de la sociedad.

Hay mensajes enigmáticos –tan crípticos como algunos análisis del filósofo Horacio González– que auguran una ruptura inevitable. Incluso están los que afirman que la fractura ya se produjo, ante la ceguera de la gente y de los principales dirigentes.

No hay duda de que existen tensiones, agravadas por los problemas financieros del mayor Estado provincial, que tiene en pie de guerra a trabajadores estatales y docentes que ya han paralizado 8 días de clase en lo que va del ciclo lectivo.

Sin embargo, la lectura de los acontecimientos es sinuosa: del lado del sciolismo conviven los que alientan la partición con miras al 2015 con los que predican mantener los pies dentro del plato y subordinarse al liderazgo excluyente de Cristina, quien en su momento debería bendecir, si es que no encuentra abierto el camino a la re–re, al candidato que le dé continuidad al "modelo".

La diputada Diana Conti, promotora de la utopía cristinista, tras las advertencias de los ministros Florencio Randazzo y Julio De Vido, sinceró las demandas de la Rosada: "no queremos –dijo– echar o sacar a Scioli, sino alinearlo, que se comprometa más con un proyecto que es colectivo y que discuta hacia adentro y no por los medios".

Conti explicitó que el ex deportista "no respeta" los posicionamientos y luchas de Cristina frente a las corporaciones, dado que a través de su gestualidad, fundamentada en una proclamada vocación dialoguista, se reúne o se fotografía con personas a las que el kirchnerismo ha revestido de un simbolismo negativo. La lista es larga. Además de los ya mencionados Cobos, Fernández y Moyano, podrían agregarse Mauricio Macri, directivos de los diarios "Clarín" y "La Nación", Roberto Lavagna y, a través de su hermano José, nada menos que el empresario Francisco De Narváez, quien en el 2009 le propinó una derrota al mismísimo Néstor Kirchner. "Son nuestros peores detractores", castigó De Vido.

"Son una pavada. Las versiones (destituyentes) son una pavada", aseguró el secretario de Seguridad, Sergio Berni, al que se señaló como partícipe de una maniobra que estaría encabezando el gremialista de los maestros Roberto Baradel, a su vez cercano a Martín Sabbatella, de Nuevo Encuentro..

El que habló de una conspiración fue nada menos que el jefe de Gabinete, Alberto Pérez, tras lo cual Scioli, en una entrevista radial, calificó de "salvaje" el paro de los docentes, que ahora amenaza extenderse los días 8, 9 y 10 de abril.

El gobernador insistió en que tenía "las puertas abiertas" para escuchar los reclamos, pero que no podía ofrecer un incremento superior al 22,6%. Y ante los reproches de compañeros de la Rosada de ser "un mal administrador" y no atender debidamente las "prioridades", dijo que no iba a responder a las provocaciones. "No voy a pisar el palito", sentenció, y se puso al amparo de la prédica de unidad hecha por el flamante papa Francisco.

Desnudó los propósitos de Baradel: lo recibió para dialogar, y el sindicalista se mantuvo en sus trece con la huelga, a pesar de que Scioli se escudó en las medidas antiinflacionarias encaradas por el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, que contempla el congelamiento de los precios en supermercados, ahora hasta el primero de mayo.

"El gobierno está haciendo un esfuerzo para detener el alza de los precios, y nosotros tenemos que contribuir a bajar las expectativas", clamó Scioli, luego de conseguir que 89 intendentes, muchos kirchneristas, firmaran una solicitada clamando continuar las negociaciones "con los chicos en en las aulas".

No todas son pálidas para el gobernador. Aun así, peronistas tradicionales que no se cruzaron de vereda le recomendaron ser más prudente y no hostigar a Cristina, mostrándose una y otra vez con "los enemigos".

"Te respalda un importante porcentaje de votos y podés ser la opción política dentro de dos años si actuás con inteligencia. Pero no te tenés que olvidar que Cristina es la conductora indiscutible y que debe estar siempre detrás tuyo. Sin ella no vas a existir", le avisó uno de esos justicialistas que está admirado por el modo en que la presidenta recompuso la relación con Francisco.

Ahora, se acerca una competencia feroz por la elección de medio turno. Encuentra a la ciudadanía desatenta, porque está más interesada en sus temas cotidianos que en los posicionamientos políticos. "Seguiré hablando con todos y mirando a la gente a los ojos, porque lo único que me interesa es solucionar los problemas", se mantuvo inflexible Scioli.

Un radical, Miguel Bein, le quitó dramatismo al escenario económico y señaló que "a los sopapos" el gobierno está dominando la escalada inflacionaria. Auguró un crecimiento inferior al 4% y un triunfo del cristinismo en octubre, aunque no "en términos absolutos". El especialista concluyó que el gobierno tiene espalda fuerte porque en el Banco Central, las reservas superan los 40 millones de dólares ¿Alguien quiere que se le cuente el cuento de Cristina–Scioli?