Como la renovación general de 2015 se vislumbra muy lejana y los problemas enardecen aquí y ahora a una sociedad agrietada e intolerante, se observan aprestos para congeniar con las sorpresas que surgirán en marzo cuando se abran las discusiones paritarias. "Una verdadera caja de Pandora", arriesgó un sindicalista de la CGT pro gobierno de Antonio Caló, por estos días decidida a restarle poder de fuego a la CGT rebelde de Hugo Moyano.

En medio del fragor de las tareas para resguardar los precios de productos de primera necesidad e intentar ponerle un coto (con el supermercadista a cuesta) al peligroso proceso inflacionario, hubo elecciones en la Unión de Cortadores de Indumentaria. Se alardeó con demostraciones de fuerza, en algunos casos prepotentes, y por fin los moyanistas cayeron derrotados por el 60 por ciento de los votos.

Otra pulseada, por ahora silenciosa, se viene dando en el armado de una Confederación de Gremios Informáticos, constituida por la Unión Obrera Metalúrgica de Caló, los mercantiles de Armando Cavalieri y la más modesta Unión de Trabajadores y Sociedades de Autores y Afines (Autsa). El propósito de este triunvirato, con la anuencia del ministro Carlos Tomada, es asumir la representatividad total de las convenciones colectivas del sector, y tronchar el avance de los Moyano, en alianza con el personal de IBM.

Caló, poco propenso a dialogar con la prensa, le mojó la oreja a Moyano. "No le voy a regalar ninguna foto", dijo, se le metió en el gremio bancario y se congratuló por la presencia del petrolero neuquino Guillermo Pereyra (nada menos que dos del camionero), junto con el CEO de YPF, Miguel Galuccio, en la Casa Rosada.

Pereyra, al que los influyentes Carlos Zannini, Jorge Capitanich y Axel Kicillof, prometieron el apoyo de la bancada del Frente para la Victoria, para que ocupe la titularidad de la comisión de Energía del Senado, está dispuesto a respaldar a Galuccio, a quien define como su amigo, en la búsqueda de inversiones extranjeras para explotar el pozo no convencional de Vaca Muerta, y lograr así el autoabastecimiento en el próximo quinquenio.

"Sabemos que estás en la otra vereda y que nos tirás cascotazos", lo recibieron en tono de chanza. "Para nada. No soy progobierno, pero tampoco anti. Me manejo igual que con (Jorge) Sapag en Neuquén. Estoy dispuesto a ayudar, y a presionar llegado el caso, para que empresas extranjeras pongan el hombro en la explotación racional de las riquezas argentinas", contestó permeable "el caballo" Pereyra.

Pereyra aplacó sus ánimos combativos y se anotó como garante de la "paz social" en el desarrollo de una materia estratégica que es seguida con atención por los Estados Unidos. El Wall Street Journal escribió que Galuccio puso en carrera a YPF (la empresa expropiada a la española Repsol, a la que se le estaría por resarcir con 5 mil millones de dólares), para reproducir la "revolución energética" que transformó al país que encabeza Barack Obama, en el principal productor de petróleo y gas del mundo.

Pereyra, que pertenece al MPN y aspira a la gobernación dentro de dos años, también tiene cercanía con el ministro de Planificación, Julio De Vido. Si bien no desdeñó a Moyano, al sumarse al esfuerzo para unir a trabajadores, gobierno y empresarios, se alejó de hecho de la CGT dispuesta a ganar la calle y combatir a una administración kirchnerista que "perdió el rumbo", según la tajante definición del ex jefe de gabinete Alberto Fernández.

Poco después de verse con Kicilloff y Capitanich, Pereyra fue a Mar del Plata, para asistir a la cumbre de Moyano y Luis Barrionuevo. De aquí surgió un llamado a la unidad sindical, pero al mismo tiempo pícaramente se quiso mostrar que se estaban captando adhesiones de estructuras de Caló, vinculadas al transporte. Un llamado para juntarse el 20 de este mes difícilmente prospere, porque el gastronómico Barrionuevo echa leña al fuego para que "se incendie cuanto antes la administración de Cristina" y Pereyra, con su postura de acercamiento, se esforzará por impedirlo.

Los posicionamientos están atados con pinzas. Es que el peronismo se dispone a discutir seriamente el tema de la sucesión a partir del próximo otoño. Hay cartas que están a la vista: la de Daniel Scioli, por dentro del PJ; Sergio Massa, por fuera. Y ronda el kirchnerismo, que no renunciará fácilmente a imponer un candidato. Ahora, lo exhibe a Kicillof, quien timonea la tormenta, opacando al verborrágico Capitanich. "Si sigue hablando todas las mañanas, se desgastará cada vez más...ya se parece a C5N", ironizó un seguidor del gobernador bonaerense sobre el chaqueño.

La disgregación se advierte en innumerables ámbitos. La del tomate es solo una de ellas. Pero hay otras mucho más graves. Y eso le preocupa al papa Francisco, al que los sindicalistas profesan devoción.