Con el peronismo a cuestas –con los sucios, malos y feos de la película criolla– y compañeros que provienen de la izquierda pero adscriben al modelo "nacional y popular", los K que están pensando en seguir hasta el 2019, machacan contra la "patria de la corpo importadora y financiera" y reivindican un proyecto abarcador de las grandes mayorías, en especial de "los que menos tienen".

"Nuestras ideas no son rotativas, hoy blancas y mañana negras", sintetizó en una reunión de militantes y legisladores la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, a quien en el reducto más estrecho del actual poder algunos están viendo como "gran referente" para tomar "la posta" en el 2015, si es que Cristina decide abortar cualquier intento reeleccionista y cerrar el paso a uno de los candidatos más taquilleros en las urnas, el "leal" gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli.

Las hipótesis sobre los recaudos para garantizar "el legado" suenan por lo menos apresuradas. Y se escuchan en un momento tormentoso por cuestiones externas e internas. Europa atraviesa por un vendaval económico que repercute mundialmente. Y en la Argentina empezaron a agitarse fantasmas alrededor de la inflación, la tenencia y el valor del dólar, la inseguridad y hechos de corrupción, factores que ponen nerviosa a una franja de la sociedad que, para colmo, no encuentra un canal alternativo político para que circule –y prenda– su propuesta de país.

El sociólogo Mora y Araujo culminó un trabajo en el que las personas consultadas tuvieron una mirada pesimista acerca de la evolución de la puja distributiva (el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, está en pie de guerra contra la Rosada y los productores agropecuarios amenazan reeditar una lucha como la de la 125, a raíz del revalúo inmobiliario dispuesto por Scioli en territorio bonaerense), no obstante lo cual pusieron a buen resguardo la figura de la primera mandataria. "Está blindada", fue la conclusión del analista.

La búsqueda del sucesor se hará intensa recién durante el 2013. Las elecciones de medio turno dispararán los realineamientos. Sin Cristina, habrá que buscar un delfín o delfina, dada la "baja" del vicepresidente Amado Boudou, salpicado por varias causas judiciales.

A pesar de los embates en su contra, el kirchnerismo cree vivir una gesta con gran fortaleza y convencimiento. Eso lo lleva a no debatir algunas decisiones del Ejecutivo. Por ejemplo, la pretensión de que el cuestionado síndico Daniel Reposo sea consagrado por los dos tercios de los senadores presentes como procurador general de la Nación, en reemplazo del renunciado (a instancias de Boudou) Esteban Righi, un símbolo genuino, si los hay, de lo que fue el camporismo en la primavera juvenil de 1973.

El martes habrá una sesión pública que promete ser explosiva, mientras el Frente para la Victoria por un lado y la Unión Cívica Radical más el Frente Amplio Progresista y legisladores sueltos, por el otro, procuran los votos, sea para ungirlo en el primer caso o para bocharlo, en el segundo. "Un juego institucional que no es para niños", advirtió el senador emenepista, Horacio Lores, inclinado a favor del cristinismo.

El jueves pasado se comentó que haciendo lugar a los cuestionamientos Cristina cedería, bajaría el nombre de Reposo y levantaría el del fiscal de la causa AMIA, Alberto Nisman. "Los que dicen eso no la conocen. Irá hasta el final", comentaron cerca de Miguel Pichetto, responsable en la cámara alta de llevar adelante la estrategia de la "conductora". El rionegrino labora a destajo. En las últimas horas se lo vio muy activo buscando convencer a varios miembros del disuelto peronismo disidente, entre ellos dos salteños hasta aquí implacables denostadores del kirchnerismo: el exgobernador Juan Carlos Romero y la aguerrida Sonia Escudero.